Ironías de la vida o sino fatal de la codicia, el personaje que más empeño puso por desbancar del poder al presidente constitucional, Nicolás Maduro, enfrenta una crisis política sin precedentes, en la historia reciente de los EE.UU. Sí, esta semana el mundo entero contempló atónito, cómo una turba de personas enardecidas tomaba por asalto el Capitolio norteamericano. La mejor «democracia del mundo» arde, pero Venezuela consolida su paz.
Y no fueron los ovnis, ni los árabes, ni los rusos, ni los vietnamitas, como tanto se machacó en la narrativa cinematográfica de Hollywood. Fue el propio pueblo norteamericano el que arremetió contra sus símbolos de poder político. Así dieron rienda suelta por algunas horas al caos. Varios, muertos, heridos y destrozos, generó esta escaramuza.
Los medios se han apresurado a juzgar a Donald Trump, presentándolo como el único responsable del desastre. Pero la verdad es que estamos frente a un síntoma, más que evidente, de la franca decadencia de un «tigre de papel», como lo avizoró el histórico líder de la revolución china, Mao Zedong. Mientras EE.UU. tambalea, Venezuela consolida su estabilidad.
Mirando para los lados
Otro que no sale de su asombro es Juan Guaidó. Esta semana el sujeto ha tenido que tragar arena, ante la decisión de la Unión Europea de retirarle el apoyo. Toda vez que se instaló sin contratiempos la nueva Asamblea Nacional, de mayoría bolivariana. Y ahora el títere quedó desinvestido de poder institucional. Es decir, ha vuelto a ser un ciudadano gris, sin ninguna relevancia para nadie.
Por otro lado el principal creador de este «Frankenstein» político (Donald Trump), aparte que va de salida, por su derrota estruendosa frente al demócrata, Joe Biden, enfrenta el caos de las protestas violentas en el Capitolio. Y ni por asomo han hecho algún mínimo pronunciamiento favorable a este impostor.
Inclusive, hasta la jauría mediática se ha lanzado sobre Guaidó, destapando varias ollas podridas de corrupción. El matutino norteamericano The Washington Post, por ejemplo, reveló como el «interino» y sus secuaces saquearon el patrimonio de la república venezolana en el exterior. Una conducta digna de aves carroñeras. Con un pie en la cárcel y otro en el «exilio dorado», el verdadero usurpador sólo ve para los lados.
Consolidando la paz
Mientras tanto, Venezuela sigue consolidando su paz política. El pasado 5 de enero en acto histórico y solemne se instaló la nueva Asamblea Nacional, de mayoría patriota. Con la bancada del Bloque de la Patria volvieron Bolívar, Chávez y el pueblo bolivariano a los espacios del Palacio Federal Legislativo.
Bajo la conducción de Jorge Rodríguez, con Iris Varela como primera vicepresidenta y Didalco Bolívar como segundo vicepresidente, el parlamento tiene duras tareas por delante. Por un lado, estará entre las prioridades, impulsar el proceso de reactivación económica. Y por otro abrir una investigación exhaustiva, para determinar las responsabilidades legales de Guaidó y su pandilla para el crimen organizado.
Para la primera tarea, será de vital importancia el trabajo adelantado con la Ley Antibloqueo, así como los lazos con naciones aliadas, como Irán, China, Rusia, Sudáfrica y Viet Nam, entre otras. Para el segundo objetivo, ya se instaló senda comisión especial para esclarecer todos estos hechos. El pueblo sólo espera que se haga justicia, para poder concretar como dijo Rodríguez un proceso de reconciliación sin amnesia.
