La realidad no hace sino confirmar las sospechas del analista, Noam Chomsky, con respecto al presidente norteamericano, Donald Trump. Y es que, tanto el primer mandatario norteamericano, como su equipo de gobierno se comportan como una patota de psicóticos y sociópatas. El mandamás de la Casa Blanca, a través de sus emisarios, sigue su guabineo con Venezuela.
Tras unas semanas de calma relativa, el primer mandatario estadounidense, ha vuelto a arremeter contra la única opción pacífica, para la solución de los conflictos en el país: las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre de 2020.
Por intermedio del representante especial para Venezuela del Departamento de Estado, Eliott Abrams, ahora Trump niega que esté planteado un acercamiento con el gobierno constitucional del presidente, Nicolás Maduro. Pero, también va más allá, y califica de “farsa” el evento comicial, que organiza el nuevo Consejo Nacional Electoral (CNE).
“1, 2, 3 un pasito pa’ lante María…”
Van de un cambio espasmódico a otro. Un día emiten una posición, dos días luego se desdicen. Como afirman los abogados, es público y notorio que Tump emitió fuertes críticas contra, Juan Guaidó. El jefe de Estado norteamericano calificó al supuesto presidente interino, como un personaje débil de la política. Y en diversos medios dejó una compuerta entreabierta para activar mecanismos de diálogo con Caracas.
Este guabineo, fundamentalmente, obedeció a la cadena de fracasos de Guaidó, con la operación Gedeón a la cabeza. Pero también por el abrupto descenso en la popularidad de Trump, quien exhibe un pésimo manejo de la pandemia de covid-19 en su país.
Como ha dicho Chomsky, Trump se encuentra en una posición desesperada. Ya que no estaría preparado psicológicamente para una derrota electoral en noviembre de este año. Pero además, porque de perder sería investigado a fondo. Proceso del que no saldría muy bien parado, dados los múltiples escándalos de corrupción de su gestión.
¿Buscando votos?
Igualmente, este guabineo o nueva arremetida contra la revolución bolivariana podría ser una manera de reivindicarse con la amplia comunidad latina de Florida. Como se sabe recalcitrantemente derechista. Mayormente compuesta de cubanos anticastristas y venezolanos odiadores rabiosos de Bolívar y Chávez. Este sector concentra buena parte del voto latino, un factor crucial para el éxito de las pretensiones de reelección de Trump.
Así que en el cartel de las amenazas de Abrams, a nombre de Trump, no podía faltar el anuncio de nuevas “sanciones” económicas. Eufemismo utilizado para designar las medidas unilaterales de coerción para intentar asfixiar la economía del país.
“Creemos que lo correcto es apoyar a los venezolanos para que restauren la democracia. Y vamos a continuar nuestra política de sanciones y de actividad diplomática», añadió el representante gubernamental.
Lealtad a toda prueba
Este guabineo gringo, incluye también nuevas presiones sobre la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB). En tal sentido, Abrams aseveró que la administración Trump, supuestamente, sostiene contactos con factores de la institución castrense venezolana, que albergan malestar contra el presidente Maduro.
«El Ejército venezolano jugará un importante rol en el futuro de Venezuela. Ya que tiene muchos problemas de seguridad (…). Venezuela necesita un ejército modernizado que trabaje con un gobierno civil democrático», sostuvo Abrams.
Este último señalamiento se enmarca dentro de otra estrategia divulgada por el propio Abrams. Un plan que consiste en poner a rodar fakes y mentiras contra el país. Esto con la finalidad de intentar generar zozobra y abonar el terreno para que surjan las posverdades. No obstante, las autoridades castrenses han reiterado varias veces su apego irrestricto a la Constitución Bolivariana.
Todo indica que el aumento de las presiones gringas, será directamente proporcional a la cercanía del proceso comicial de diciembre. Especialmente, en el plano económico y diplomático. Se abre pues el compás de un nuevo desafío. El pueblo de Bolívar y Chávez, sabrá estar a la altura.