El Gobierno venezolano, encabezado por Nicolás Maduro, realizó un movimiento que dejó fuera de base a propios y extraños, solicitando al Fondo Monetario Internacional (FMI) un crédito de 5.000 millones de dólares para atender la crisis nacional producto de la pandemia del Covid-19 que ya tiene 33 casos positivos en tierras bolivarianas.

 

Algunos chavistas y estudiosos de la economía socialista, criticaron la solicitud catalogándola de:

  1. Reaccionaria, por haber claudicado en los principios y el legado de Hugo Chávez.
  2. Una jugada “maestra”, parte de una estrategia geopolítica superior al simple hecho de acceder al crédito.

En el marco de esto, se buscaría demostrar dos cosas:

  1. Que el bloqueo comercial, político y financiero, es contra todo el pueblo y no contra el gobierno en sí.
  2. Que Nicolás Maduro es el presidente legítimo de Venezuela.

Por su parte, la oposición venezolana, vuelve a sorprender con su arribismo, al denunciar un “retroceso” en los principios del gobierno, que años atrás catalogó al FMI de “ser un instrumento del imperialismo para acabar con las pequeñas economías”.

En paralelo a esta discusión, que para muchos es estéril, se puede decir que dado el impacto político-comunicacional, estamos frente un movimiento táctico que pretende avanzar en la estrategia contra el bloqueo, aprovechando los cambios en la directiva de este organismo y la ”disposición” de su nueva directora Kristalina Georgieva, de desembolsar rápidamente $50.000 millones a través de sus servicios financieros de emergencia a países de bajos ingresos y mercados emergentes que se enfrentan al COVID-19”.

Mientras que la noticia corría como pólvora a nivel mundial, el periodista de la agencia AP, Joshua Goodman, publicaba un supuesto comunicado donde una “fuente” anónima del FMI, asegura la negación de la solicitud del crédito a la República bolivariana; debido a que los miembros del organismo no tienen “claridad” de quién es el gobernante legítimo de Venezuela, haciendo alusión a las declaraciones del pasado mes de marzo de 2019, cuando la anterior directora del FMI manifestó que “no se llegó a un acuerdo con respecto al reconocimiento de Juan Guaidó como presidente encargado de Venezuela”, por lo que quedó abierto el debate entre los miembros. Sin embargo, esa noticia no ha sido confirmada por ningún órgano legítimo ni existe un comunicado formal.

Por tanto los escenarios quedan abiertos:

  1. Se aprueba el crédito: desmontando parte del bloqueo financiero y político.

  1. No se aprueba: reafirmando la vinculación del FMI a los designios de Washington y se evidencia el condicionamiento político de este organismo para ayudar a los gobiernos a luchar contra el Covid-19.

Sea cual sea la opinión, todas respetadas y válidas en este momento de tensión política, económica y social, se presenta un escenario complejo para el gobierno nacional; debatir internamente las premisas ideológicas y asumir riesgos para el bienestar de la población. Así como la República Islámica de Irán, Venezuela cuenta con un bloqueo por parte de los EE.UU. y ambos países realizaron la solicitud del crédito especial para combatir el Coronavirus, toca esperar el desenlace de un nuevo y épico episodio en la política global.

 

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