Las protestas en América Latina son dispersadas con gases “Made in Brasil”

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La represión en todas las protestas en América Latina desde 2019 hasta ahora tienen un elemento en común: los gases lacrimógenos con que sofocan las manifestaciones son “Made in Brasil”.

El corresponsal del Telesur en esa nación suramericana, Nacho Lemus, publicó en su twitter una serie de informaciones que revelan que la mayor empresa brasileña de “armamento no letal” surte a casi todas las policías del continente.

Aunque parezca una contradicción, al negocio le va bien cuando a sus clientes les va mal. Las compras de material antidisturbios se han hecho mayores en los últimos años en el contexto de un continente en estado general de protesta.

La empresa que se soba las manos con la imagen sombría de una región ahumada es la brasileña Condor, un nombre que además sugiere muy macabramente a aquel plan regional de las dictaduras latinoamericanas hermanadas en el operativo común de represión a sus opositores.

El último cliente que ha pasado por las oficinas de Condor sería el gobierno de Colombia de acuerdo a la publicación de Nacho Lemus.

La prensa local brasileña informa que la administración de Duque se está rearmando para una larga y sostenida epopeya de represión que los conservadores llaman “restauración del orden democrático”.

represión

Represión para rato

Según las reseñas, los organismos de seguridad colombiano encargaron más de 20 mil cartuchos de gas lacrimógeno triple, 100 mil cartuchos de largo alcance y 19.400 granadas de gas.

Este suministro para repotenciar los pertrechos para la represión según les habría costado a los colombianos unos 2 mil millones de dólares.

Dramáticamente es la inversión en seguridad que pagan los colombianos para reprimir a los mismos colombianos que han salido a las calles durante el último mes de protestas.

 

made in brasil

La huella del Condor “Made in Brasil”

Pero la empresa brasileña Condor no solo está metida con sus armas no letales en la represión en el vecino país. También la huella de esta salpicó en Chile y en Bolivia.

El ministro de interior de la dictadura de Áñez en Bolivia, Arturo Murillo recibió sobornos para favorecer a esta empresa en la contratación de material de orden público para los organismos de seguridad de ese país.

Por esta trama de corrupción y lavado de dinero, el Departamento de Justicia de EE.UU. detuvo en Florida al señor Murillo y a otros colaboradores de una empresa nortermaricana.

 


 

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