A mediados de noviembre del pasado año 2020, una versión tan truculenta como inesperada copó la escena de la prensa mundial. El abogado, Rudy Giuliani, mano derecha del expresidente norteamericano, Donald Trump, aseguraba sin despeinarse que detrás del “fraude electoral” a su jefe, estaban los “tentáculos” del chavismo-madurismo.
En realidad, Giuliani no se despeinó, pero sí que se le corrió un poco el tinte para el cabello. A estas alturas no se sabe si recibió “fuertes presiones”, para hacer pública semejante denuncia. Pero lo que sí es harto conocido, es que defendió a dentelladas la farsa, por burda que esta pudiera parecer.
“Esto es real. No está inventado. No hay nadie aquí que se dedique a la fantasía. Conozco los crímenes, puedo olerlos”, aseguraba un Giuliani que intentaba proyectar seguridad. Algo realmente complicado en un país polarizado, que estuvo a milímetros de una nueva guerra civil.
Arroz con mango
Sin embargo, a Giuliani le tocó ser el portaestandarte de la mentira. Y trató de cumplir con su misión, de la mejor manera que pudo. En el libreto rocambolesco que sus asesores le crearon, acusó a las empresas Dominion Voting Sistem, a la española Indra y a Smartmatic de haber “amañado” la elección. Esto para que pudiera resultar ganador el actual presidente de EE.UU, el demócrata, Joe Biden.
Por si fuera poco, la conspiranoica versión, sacada de la manga por Giuliani, también salpicaba al polémico magnate George Soros. Ello porque el presidente de Smartmatic, Mark Malloch-Brown, figura en el consejo de administración de Open Society Foundation. Ésta última se conoce como una iniciativa lanzada por Soros.
¿Sin licencia para mentir?
Pero como dicen en Venezuela la mentira tiene patas cortas. Y cuando llega la verdad, se abochorna y se va. Recientemente, un tribunal de apelaciones en los EE.UU. ha resuelto suspenderle la licencia de abogado al inefable sr. Giuliani.
Palabras más, palabras menos, la razón es simple: Giuliani es un mentiroso. En veredicto de 33 páginas, emitido por la división de apelaciones del Tribunal Supremo de Nueva York, se establece que: el exalcalde neoyorquino realizó declaraciones demostrablemente falsas y engañosas.
“Concluimos que hay pruebas incontestables de que [Giuliani] hizo declaraciones demostrablemente falsas a los tribunales, los legisladores y el público en general como abogado del ex presidente Donald Trump”, refiere la sentencia.
Raya mundial
Igualmente, se señala a Giuliani de horadar los supuestos valores más preciados de la sociedad norteamericana. Que como se sabe, siempre se ha promovido mediáticamente como la cúspide de las libertades democráticas.
“Las declaraciones falsas dirigidas a fomentar una pérdida de confianza en nuestras elecciones y, como resultado, en la confianza en nuestro Gobierno, dañan de forma general el funcionamiento adecuado de una sociedad libre”, sostiene el administrador de justicia.
Pero los problemas de Giuliani, bastante desprestigiado a sus 77 años de edad no terminan aquí. El otrora popular líder republicano debe enfrentarse también a diversas demandas por difamación, de empresas que le exigen gruesas indemnizaciones.
Paga lo que debes
Quienes se escandalizaron por la demanda interpuesta por el diputado venezolano y vicepresidente del PSUV, Diosdado Cabello, contra El Nacional, deberían leer con detenimiento estas informaciones.
Sí, la firma Smartmatic ha demandado a Giuliani y a la cadena norteamericana Fox News, exigiendo una indemnización de 2,7 millardos de dólares. El delito que denuncian no es otro que el de difamación.
En la demanda se acusa de la propagación de mentiras mal intencionadas para engañar al público. Alegando “un fraude electoral que no sucedió”. Todo para hacer creer que las elecciones presidenciales de 2020 fueron robadas al ex presidente Donald Trump.
Entretanto, la empresa Dominion tampoco se quedó atrás. Esta compañía introdujo senda demanda contra Giuliani y aspira una suma de 1,3 millardos de dólares para lavar el daño reputacional que le pudieran haber causado la “gran mentira” del abogado de Trump.
Tenía razón
Este triste y bochornoso episodio no hace sino confirmar que, una vez más, el avezado filósofo y lingüista norteamericano, Noam Chomsky, tenía razón. El afamado intelectual calificó a Trump de psicópata, sociópata y megalómano.
También denunció en su momento que Trump se resistiría a entregar el poder democráticamente. Fundamentalmente, porque su salida de la Casa Blanca, dejaría al descubierto una cadena de crímenes.
Pues bien, los hechos ponen de manifiesto que las advertencias de Chomsky tenían total asidero. De un lado Giuliani queda sin licencia para mentir y de otro, comienzan a hacerse públicas las prácticas gansteriles de una banda criminal. Será que: ¿La mafia de Trump comienza a caer?