Ejercicios de provocación

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por: Piedad Córdoba Ruiz.

 

En uno de los pasajes más complejos de nuestra historia, cuando las circunstancias requieren del buen juicio, el liderazgo, la gestión seria y el carácter de las ramas que conforman el aparato estatal colombiano, nos encontramos con un paisaje que resulta inquietante. El país, gobernado desde los intereses de un reducido conjunto de industriales y empresarios, enfrenta la pandemia del coronavirus, no desde la protección a la sociedad en toda su amalgama, sino desde la defensa del capital económico. Al mismo tiempo, el panorama económico se muestra enturbiado por el conflicto petrolero entre Rusia y los países del golfo Pérsico, el cual, tiene el precio del barril sufriendo su peor valoración en décadas, tema que tiene una profunda incidencia en la economía colombiana, que optó desde hace tiempo por privilegiar esta fuente de ingresos sobre otras, ahí están las consecuencias de semejante tozudez.

Como si lo anterior no fuera suficiente, el gobierno de Estados Unidos, a pesar de estar asfixiado por su respuesta tardía y torpe a la pandemia, resolvió retomar su insidiosa campaña contra la república bolivariana. Este acto de provocación, amenaza la región y pone a Colombia en una situación compleja, pues una intervención militar sobre Venezuela, implica a nuestro país en un conflicto que tiene el potencial de sumirnos en una crisis multidimensional de consecuencias contraproducentes para ambas partes, solo el costo humano sería suficiente motivo para negarse en redondo a ser cómplice de semejante despropósito. Lo grave, es que estamos gobernados por un presidente sin carácter, sin experiencia, con escaso criterio, que apostó por comprometer al país en la desestabilización sistemática del país vecino, sin considerar que una Venezuela sumida en el caos y la violencia, afecta el bienestar de millones de personas a este lado de la frontera.

Como es bien conocido, la frontera colombo venezolana es permeable, no existen controles de migración adecuados, debido a su extensión, más de dos mil kilómetros de geografía agreste, así que mantener un bloqueo diplomático como el actual con la república bolivariana, que ni siquiera se produjo cuando los presidentes Chávez y Uribe se encontraban al frente de sus respectivos países, y en esta coyuntura compleja, es un error, que se potencia con prestarse a servir de base para que los Estados Unidos, usen la frontera para diseñar la estrategia bélica que piensan desarrollar contra el presidente Nicolás Maduro, con la excusa mañosa que se esconde tras la acusación proferida en su contra.

El fin de semana anterior, la opinión vio con preocupación un video que mostraba movimientos militares en zona aledaña a la frontera con Norte de Santander. En uno de los videos aficionados, se ve como un soldado desciende por rapel de un helicóptero militar, mientras varios de sus colegas se congregan en un potrero que da a una carretera aledaña. En el video se ve a un joven soldado en cuyo uniforme se evidencia la bandera norteamericana. Ante el estupor de las imágenes, el estamento militar colombiano ha indicado que solo se trata de ejercicios conjuntos con tropas norteamericanas enfocados en fortalecer la lucha contra el narcotráfico. Argumento que resulta inquietante dado el alto nivel de tensión actual.La cual se incrementó debido a que Washington, ante la negativa del gobierno venezolano de retirarse del poder, como lo había propuesto Trump, decidió enviar barcos de guerra hacia el Caribe.

Vale la pena recordar así mismo que el año pasado se activó el TIAR, Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca contra Venezuela y sin duda este tipo de actividad militar conjunta en la frontera, tiene como finalidad enviar un mensaje a Miraflores. Así mismo, es clave recordar que Venezuela no se encuentra sola ante esta amenaza, pues también ha realizado ejercicios bélicos con Rusia. De tal manera, que la situación no puede pasar desapercibida.

Mientras estos acontecimientos se desarrollan con poco sigilo, incrementando el manto de incertidumbre que nos ha impuesto el coronavirus, el Congreso colombiano, por el cual debe pasar cualquier asunto concerniente a involucrarse en un conflicto militar con un país hermano, se mantiene en pausa, incapacitado, lo cual hace que la democracia colombiana este en vilo.

Así, la pésima estrategia diplomática de la Casa de Nariño hacia Venezuela, que ha impedido crear una estrategia conjunta para proteger la frontera más extensa del país, que se ha rehusado a aceptar las máquinas para reforzar la toma de pruebas en Colombia y que Venezuela quiere donar, esa que ha fomentado el desequilibrio político en el país de Bolívar, nos puede sumir en una guerra absurda, fratricida que puede dejar a ambos países en ruinas.

Piedad Córdoba Ruiz.

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