Corrupción universitaria | Por: Antonio Núñez Aldazoro

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En días pasados el decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad Central de Venezuela (FCJP-UCV), profesor Juan Carlos Apitz, denunció la proliferación de “empresas” que, usando los logos ucevistas, prestan un servicio muy especial que recuerda aquel eslogan de una famosa agencia publicitaria. En vez del conocido: “Permítanos pensar por usted”, lo que ofrecen es más que aterrador: “Permítanos hacer la tesis por usted”.

Reiteramos que es aterradora esta situación, porque además de constituir una actividad violatoria de la normativa universitaria y de la legislación en materia de propiedad intelectual, como reza el comunicado de la FCJP-UCV, esto revela una realidad subyacente de la actual crisis universitaria venezolana, la cual no se resuelve con un simple señalamiento público a quienes ofrecen alegremente hacer las tesis de aspirantes a lograr su pre y postgrado a cambio de dinero.

En primer lugar, esto es un efecto nefasto de eso que ahora llaman “gestión de conocimiento”. Es decir, ese esquema importado de academias universitarias extranjeras y privadas en las que la habilidad más importante no es la investigación, el fomento del pensamiento crítico y la generación de nuevos saberes, sino “gestionar” recursos para que otros hagan lo que deben hacer aquellos que se consideran a sí mismos “académicos”.

En segundo término, y como una consecuencia de lo anterior, esto resulta espeluznante porque en esas “empresas” hay investigadores, trabajadores intelectuales y no pocos docentes, que se prestan a esta muy actual y asidua práctica, escudándose en el argumento de ser parte de ese complejo entramado de “gestión de conocimiento”, sin sentir siquiera un resquemor de duda moral o arrepentimiento ético. Además, esgrimen la evidente e indiscutible crisis de reivindicaciones de los profesores universitarios. Pero tampoco aquí vale esa barajita.

Por último, la FCJP-UCV denuncia una “estafa académica” sin decir quién es el verdadero embaucador. No son las autoridades (a quienes hacen un llamado) ni tampoco son las “empresas” que ofrecen el servicio de “hacer tesis a la medida” (a quienes señalan), sino aquel estudiante de pre y postgrado que estafa a conciencia y con billete a una institución tricentenaria, a sus colegas, a sus familiares y a una nación entera que invirtió en su educación.

 

ANTONIO NÚÑEZ ALDAZORO

Profesor universitario


 

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