Carabobo: 200 años de la gloria de América

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Hace 200 años, el 24 de junio de 1821, el genio inmortal del Libertador Simón Bolívar vería coronada su heroica gesta. Tras dos lustros de titánicos sacrificios, el sagaz estratega y aguerrido combatiente demostró que sí era posible. Que sí se podían desmontar 300 años de coloniaje y gritarle al mundo que Colombia (la grande, conformada por Venezuela y Nueva Granada) era un territorio libre. En Carabobo se selló la independencia de la patria y nació la era republicana. Este jueves 24 se cumplen 2 siglos del inicio de la gloria de América.

Cientos de batallas, enormes distancias recorridas a pie y a caballo; múltiples decretos y resoluciones fructificarían en Carabobo con la anhelada independencia. Bolívar jamás se dejó amilanar por las dificultades. Al contrario, ante cada revés se acrecentaba su férrea voluntad por hacer de Venezuela y otras 5 naciones un territorio de libertad plena.

Triunfó la constancia

Y Dios concedió la victoria a la constancia. Previo a Carabobo con la genial maniobra de ascender por el páramo de Pisba y sorprender a las tropas realistas en Boyacá, el Libertador empezaba a consolidar definitivamente su brillante liderazgo militar. Asimismo, el triunfo sobre Barreiro para libertar a la Nueva Granada había llevado la moral de las fuerzas republicanas a lo más alto.

Tras expulsar a los españoles de lo que hoy es Colombia, Bolívar volvería sobre Venezuela a completar su obra maestra en Carabobo. Como apunta el historiador venezolano, Vladimir Acosta:

«Con Carabobo la lucha venezolana por la independencia, que en esa batalla culmina, muestra que ha cambiado, que su ejército se ha transformado en una poderosa y disciplinada fuerza militar cuyo apoyo popular ha crecido y cuyo mando, encabezado por un infatigable y lúcido Bolívar que también ha crecido, está militarmente a la altura del mando y de la disciplina del ejército español al que se enfrenta para definir de una vez la lucha por liberar la patria del dominio de España», explica el catedrático.

Coraje y gallardía

Como añade Acosta el ejército que combatió por la liberación de la Patria en Carabobo estuvo dirigido por Bolívar. Mariño se desempeñó como jefe de estado mayor. A esta fuerza la integraron 3 divisiones: «la primera al mando de Páez con la Legión Británica que le sirve de respaldo; la segunda, también llanera, al mando de Cedeño; y una tercera al mando del joven coronel venezolano Ambrosio Plaza, que estuvo en el paso de los Andes y combatió en Boyacá».

El Libertador aceptó el desafío del general español La Torre y acometió el campo de Carabobo desde diversos flancos con una estrategia envolvente. Una vez más, resultaría decisiva la gallardía de los lanceros del llano, que dejaron más que demostrada su intrepidez en el combate.

Plaza y Cedeño, así como Pedro Camejo (Negro Primero) rindieron fiel testimonio de ese coraje sin límites. Su sangre regó el campo de Carabobo, pero su aporte crucial a la victoria, sirvió para redimir a tantos mártires previos como José Félix Ribas, Luisa Cáceres de Arismendi y Ricaurte, entre muchos otros.

Mi

Imperio derrotado

Con Carabobo, como reza el vibrante relato de la novela épica Venezuela Heroica de Eduardo Blanco, la balanza se inclinaría definitivamente a favor de la República:

«Tres siglos de absoluto poderío quedaban sepultados con aquella jornada. Venezuela se levantaba libre del polvo enrojecido con la sangre de sus hijos, y golpeaba con sus pesados grillos la espalda de sus dominadores. La tiranía vencida se abate espantada, como sus factores los déspotas, cuando el hierro que esgrimen se les rompe en las manos, y se alzan las víctimas, y les muestran los cerrados puños, donde sangran las llagas, testimonio de las estrechas ligaduras».

Pero Carabobo sería sólo el inicio de la gloria de América, luego vendrían Bomboná, Pichincha, Junín y Ayacucho para consagrar al gigante Bolívar. Hoy a 200 años de la liberación de Venezuela, el sueño bolivariano de la patria grande latinoamericana, sigue siendo una tarea pendiente. También los hijos y nietos de Bolívar resistimos con el mismo coraje de los Bravos de Apure, la embestida feroz de las fuerzas hegemónicas del tiempo actual.

El espíritu de Bolívar y del comandante Chávez alumbran el sendero de una patria soberana, resuelta a ser libre. Empeñada como avizoró Bolívar en sentarse en el trono de la Libertad, empuñando el cetro de la justicia; y coronada por la gloria para mostrar al mundo antiguo, la majestad del mundo moderno.

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