El presidente Brasileño Jair Bolsonaro, ha optado por seguir los pasos de su homólogo norteamericano Donald Trump, abogando a la polémica como estrategia de marketing político.
En esta oportunidad, luego de ordenar la «celebración» de los 55 años de dictadura y provocar una ola de indignación y protestas en las principales ciudades de Brasil, concretó una agenda de trabajo en su visita a Israel, en pleno ataque de las fuerzas armadas israelitas a la franja de Gaza, en territorio Palestino.
Bolsonaro, quien meses a tras había manifestado la voluntad de su gobierno de cambiar la sede la embajada de su país a Jerusalem, parece haber cambiado de opinión y a pesar de no sumarse a Estados Unidos y Guatemala (únicos países con sedes diplomáticas en este territorio), decidió abrir una oficina comercial en lo que parece un primer paso para el traslado definitivo de su cuerpo diplomático, asentado en Tel Aviv. Dando un vuelco a la diplomacia brasileña que por más de medio siglo, había tomado una postura de no intromisión y neutralidad respecto al conflicto entre Israel y Palestina.
