Para el gobierno brasileño, la pandemia es un drama en el país, no por ellos sino por culpa de la gente.
Esta conclusión devastadora es la impresión del Vicepresidente Hamilton Mourao, para quien la naturaleza indisciplinada del pueblo es la clave de un problema que hace rato se les escapó de las manos.
Para el funcionario, está en la naturaleza de los brasileños el no respetar las reglas, sin mencionar que el Presidente ha sido el principal instigador para saltarse las recomendaciones de prevención.
Rodeado de periodistas, Mourao habría dicho que: “A nuestra población no le gusta respetar las reglas, no es de la naturaleza de nuestro pueblo. Nuestro pueblo es más libertario, le gusta andar por calle, hacer fiestas. Y cuando por 2 o 3 meses no puede disfrutar de estos placeres de la vida, son pocos los que aguantan”.
¿El pueblo o Bolsonaro?
Si el vicepresidente no hubiese mencionado que se refería al pueblo, cualquiera hubiera podido imaginar que le estaba echando la culpa al presidente Jair Bolsonaro, quien se ha negado a usar tapabocas y las medidas de confinamiento al comienzo de la pandemia.
Al mismo tiempo el presidente ha convocado manifestaciones de sus partidarios sin atender el peligro de la pandemia. Adicionalmente se ha burlado de quienes le exigen la compra de vacunas y ha promocionado tratamientos dudosos, excusándose al final con que “al menos no mató a nadie”, refiriéndose a su apoyo por la cloroquina.
En la actualidad, Brasil supera los 278 mil fallecidos a causa de la pandemia. La cifra es la segunda más alta del planeta. Le supera EE.UU. en este renglón.
La nación sudamericana se convirtió en el epicentro de la enfermedad en el mundo. Ya se confirman más casos diarios que en la nación norteamericana, y al mismo tiempo se registran picos de muertes por día que superan en cada jornada desde el 1 de marzo.
