Las palabras también se incluyen en la disputa cruenta por el territorio palestino. Los sionistas han llamado a su última operación militar sobre Cisjordania “campamentos de verano”, porque además de asesinar con bombas a quienes los enfrentan, a quien se defiende… y hasta a quien no, también disfrutan el rejuego irónico de terminologías.
En Cisjordania es verano y son los campamentos de refugiados palestinos el objetivo central de los ataques de las fuerzas de ocupación.
Será “fácil”, alude el sintagma, y tal como en cualquier “campamento de verano” de películas de Hollywood, también será “divertido” para los asesinos.
Durante las “ferias de verano”, una de las diversiones resulta disparar armas, más o menos reales, contra elementos que no tienen vida, que no entran en el rango de lo humano.
Los sionistas han arrancado este suigéneris “campamento veraniego” y cabe preguntarnos: ¿La diversión será disparar a palestinos y el premio de su puntería será la tierra? ¿De una vez y por todas… la tierra?
Por otro lado, la Resistencia palestina, además de con balas y explosivos a veces rudimentarios, también ha dado respuesta en el terreno del discurso.
Campamentos de Verano, escucharon. Campamentos del terror, respondieron. Para los palestinos ya no vale la pena perder tiempo en demostrar que no son “terroristas”. Los palestinos ya asumieron que los dueños de la voz han dicho… y que, a fin de cuentas, los que no los quieren llaman “terrorista” a casi todo lo que no se deje matar.
Una gran pregunta pasa a ser: ya que no podemos elegir si somos “terroristas” o si no, ya que no podemos elegir cómo nos llaman, ¿entonces qué vamos a entender por tal? La analogía, por supuesto, no se ajusta solo a la Resistencia palestina.
Las palabras moldean los entendimientos y los sentidos, dan tamaño, volumen, superficie y signo matemático al símbolo. A veces no queda de otra que pararse encima del discurso otro y resemantizar. El juego contrahegemónico no tiene reglas rígidas, inobjetables, pero tiene historia.
Muchos de los que han venido desde abajo no han tenido la oportunidad de elegir cómo ser llamados. La opresión les ha dado nombre y en no pocas ocasiones les ha impuesto lengua. Establecidas ya las palabras, los términos, la única salida casi siempre ha sido la pugna por el sentido de esos términos. La ofensa del enemigo, la injuria, más de una vez se ha tenido que redefinir como prueba de dignidad.
Campamentos del terror, porque no somos simples dianas y porque no nos vamos a dejar matar, porque no será divertido, porque tenemos sensibilidades, sueños, historia, filosofía, filiación, militancia y tierra, aunque no les guste, ya sabemos que no les gusta.
Intentar matar todo eso tiene que dar vergüenza, pero como la vergüenza no alcanza, también tendrá que dar miedo. Y por encima de todo, no se puede sentir resquemor por defender la vida y la belleza, a riesgo de lo que digan.
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“Declaración de principios” (Canción escrita por el Subcomandante Marcos, México, y Santiago Feliú, Cuba).
Es necesario cierta dosis de ternura
para comenzar a andar con tanto en contra
para despertar con tanta noche encima.
Es necesaria cierta dosis de ternura
para adivinar, en esta oscuridad,
un pedacito de luz,
para hacer del deber y la vergüenza una orden.
Se necesita cierta dosis de ternura
para quitar de en medio a tanto hijo de puta
que anda por ahí.
Pero a veces no basta
la cierta dosis de ternura
y es necesario agregar…
una cierta dosis de plomo.
MARIO ERNESTO ALMEIDA
Periodista cubano