Trump admira inteligencia de Maduro y otras revelaciones de John Bolton

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John Bolton, exasesor de seguridad y consejero de Estado de Donald Trump, publica un libro denominado “La habitación donde ocurrió: memorias de la Casa Blanca”, en el que se dedica a narrar sus memorias referentes al trabajo realizado junto al magnate estadounidense en la Casa Blanca.

El mismo ha generado polémica, al punto de intentar prohibir su divulgación e iniciar un juicio contra Bolton por elementos que develan la manera en que Donald Trump dirige la política de EE.UU.

El polémico libro de John Bolton, incluye un capítulo dedicado a Venezuela, país que por supuesto ha estado en primer lugar de la política exterior estadounidense a partir de la vuelta agresiva de EE.UU. contra América Latina en sus intentos de recuperarla como región de influencia.

Aunque los elementos planteados no han estado ocultos a la opinión pública, puesto que EE.UU. no ha matizado su política contra Venezuela, el libro contiene algunos detalles importantes que vale la pena analizar pero que finalmente llevan a concluir la fortaleza de la Revolución Bolivariana y del presidente Nicolás Maduro, tantas veces subestimada por los ¿halcones? del imperio.


¿Quién es John Bolton?

Político conservador de 70 años nacido en Baltimore, fue asesor político del gobierno de Ronald Reagan. Es enemigo del multilateralismo y defensor de la guerra y las intervenciones militares de EE.UU. Trabajó en el gobierno de George W. Bush en el departamento de Estado, desde donde luchó para lograr la intervención militar en Irak. Es conocido como parte de los “grupos de odio” en espacios internacionales.

“La habitación donde ocurrió: Memorias de la Casa Blanca” | Capítulo Venezuela

Uno de los primeros aspectos que plantea es la vuelta a la doctrina Monroe, que según Bolton había sido abandonada por Obama y John Kerry y que ameritaba esfuerzos para retomar el papel de EE.UU. en la región. En este sentido, presenta a Venezuela como posibilidad de retomar esta doctrina:

“Una gestión competente de la seguridad nacional exige flexibilidad cuando surgen nuevas amenazas u oportunidades. Venezuela era ese tipo de contingencia. Los Estados Unidos habían hecho frente a las amenazas externas en el hemisferio occidental desde la época de la Doctrina Monroe, y ya era hora de resucitarla luego de los esfuerzos de Obama y Kerry por darle sepultura (…)”

“(…) El Pentágono hubiera tenido que empezar desde cero, porque en el Gobierno de Obama, el secretario de Estado John Kerrry había anunciado el fin de la Doctrina Monroe, un error que había repercutido en todos los departamentos y agencias de seguridad nacional con efectos predecibles”.

Por otra parte, uno de los aspectos importantes tiene que ver con la apreciación acerca de lo que significa la Organización de Estados Americanos (OEA) como mecanismo internacional.

Al respecto, Bolton plantea que es una organización “de las más moribundas”, un señalamiento que llama la atención por el permanente apoyo que EE.UU. brindaba a la organización desde su papel en la conflagración contra Venezuela. En este sentido, afirma Bolton que:

“Incluso la Organización de Estados Americanos, desde hace mucho una de las más moribundas organizaciones internacionales (y eso es por decir algo), despertó para ayudar a Guaidó, mientras un creciente número de países de América Latina salían a declarar su apoyo a la Asamblea Nacional desafiante en Venezuela”.

Guaidó como títere contra Venezuela

El libro expone el “intercambio” que EE.UU. planteaba a Juan Guaidó a cambio de su apoyo en la operación contra Venezuela, al punto de que Trump manifestaba que Venezuela era parte de los EE.UU. y por tanto le pertenecía, por lo que también se planteaba la opción militar a la que Bolton, según lo expuesto, se oponía.

“ (…) el 15 de agosto, surgió el tema de Venezuela, y Trump me dijo de manera enfática “Que lo hagan”, es decir que me deshiciera del régimen de Maduro. “Esta es la quinta vez que lo pido”,continuó diciendo. Describí la idea de lo que estábamos haciendo en una reunión limitada a Kelly y a mí, pero Trump insistió en que quería opciones militares para Venezuela y, luego, quedársela porque “es realmente parte de los Estados Unidos”.
“Pence expresó una vez más nuestro apoyo, y Guaidó respondió positivamente, aunque de manera muy general, sobre cómo la oposición se comportaría si lograba prevalecer. Dijo que Venezuela estaba muy contenta con el apoyo que los Estados Unidos le brindaban y que trabajarían codo a codo con nosotros, dado los riesgos que estábamos corriendo”.

 

Trump luego le aseguró a Guaidó que él derrocaría a Maduro, y añadió, además, que estaba seguro de que Guaidó recordaría en el futuro lo que había sucedido, lo que era la manera que Trump tenía de mostrarle su interés en los yacimientos petrolíferos de Venezuela. Era un gran momento en la historia del mundo, dijo Trump.

El papel de Iván Duque

Con respecto al papel de Colombia, Bolton destaca elementos importantes sobre la participación de Iván Duque en distintas etapas, confirmando de esta manera las denuncias permanentes expuestas por el gobierno de Venezuela:

“Iván Duque, presidente de Colombia, visitó a Trump en la Casa Blanca el 13 de febrero y las conversaciones se centraron en Venezuela. Trump les preguntó a los colombianos si debería haber hablado con Maduro seis meses atrás, y Duque dijo rotundamente que eso hubiese sido una gran victoria para Maduro, y sugirió que conversar con él ahora sería un error aún mayor (…)
El plan para el día veintitrés ya estaba en marcha, cuando el presidente de Colombia, Duque, anunció que en Cúcuta también se le unirían los presidentes de Panamá, Chile y Paraguay y el Secretario General de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro. Esto demostraría de forma convincente que la revolución venezolana difícilmente se hubiese “hecho en Washington”.

 

Maduro es demasiado inteligente y demasiado duro

Sobre el papel de Guaidó en la materialización de la política injerencista de EE.UU. contra Venezuela, expone la visión de Trump con respecto a el auto proclamado y la percepción que realmente expresaba en la privacidad de la Casa Blanca hacia un personaje que, según Bolton, nunca le transmitió fortaleza para la misión encomendada, aspecto con el que Nicolás Maduro sí contaba.

“Trump dudaba de que Maduro cayera, diciendo que “era demasiado inteligente y demasiado duro”, lo cual era otra sorpresa habida cuenta de los comentarios anteriores sobre la estabilidad del régimen (…) Trump también decía periódicamente que quería reunirse con Maduro para resolver todos nuestros problemas con Venezuela, lo que ni Pompeo ni yo considerábamos una buena idea”.

Con respecto al intento de golpe de Estado del 30 de abril, Trump manifestó su preocupación en cuanto los hechos no sucedían según lo planteado al gobierno de EE.UU. por la derecha en Venezuela, así como la decisión de imponer mayores sanciones como medida de presión para alcanzar lo que había quedado en un nuevo fracaso:

“La primera señal inquietante que mostró Trump llegó ese día después de las ocho y media de la noche, cuando, refiriéndose a Venezuela, llamó para decir: “No me gusta lo que estoy escuchando”. Estaba preocupado por la conferencia de prensa de Padrino, donde decía que: “Todo el ejército apoya a Maduro”.

Luego añadió: “Siempre dije que Maduro era duro. A este muchacho [Guaidó] nadie lo conoce”. Además, “los rusos han hecho declaraciones brutales (…) Aún pensaba que la oposición estaba “vencida”, refiriéndose nuevamente a la imagen de Padrino y a “todos los apuestos generales” que declaraban su apoyo a Maduro. Le comenté que la verdadera presión estaba a punto de comenzar ya que habíamos impuesto sanciones sobre el petróleo, quitándole una parte considerable de los ingresos al régimen. “Hazlo”, dijo Trump”.

El domingo 3 de marzo, Trump recomienda a Bolton: “Él [Guaidó] no tiene lo que hace falta (…) Apártate un poco, no te involucres mucho”, que era como decir “no te comprometas mucho”.


Siguen subestimando a Venezuela

No importa la tendencia que manifieste cualquier gobierno de EE.UU., la política de este país ha respondido siempre a la intención de mantener su hegemonía dentro de la política mundial y a dominar América Latina como una región que les pertenece a partir de lo planteado en la doctrina Monroe.

Este libro, polémico para Donald Trump revela, entre otras cosas, cómo los gobernantes estadounidenses e incluso la derecha en Venezuela, subestiman el significado histórico de la Revolución Bolivariana, a partir de falsos cálculos sobre posibles respuestas del pueblo venezolano o la Fuerza Armada Nacional Bolivariana como consecuencia de los mecanismos de ahorcamiento aplicados desde el imperio norteamericano a través de las sanciones criminales.

Dentro de estos cálculos no toman en cuenta la historia de patriotismo que forma parte del ser venezolano desde las guerras de independencia, ni la cultura política chavista que se forjó durante dos décadas de la historia nacional y que repercutió en el continente y en el mundo. Por eso, las cuentas no han dado, los resultados no han sido los esperados en años pasados ni en los recientes intentos tan frecuentemente nombrados por los enemigos de Venezuela como “la última oportunidad”.

 


 

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