El fenómeno presentado con los denominados trocheros es inédito en muchos sentidos. En primer lugar pasará a la historia como un caso excepcional, donde en medio de una pandemia tan letal y contagiosa como la covid-19, se produce un éxodo masivo en reversa. Normalmente, ocurre precisamente lo contrario: las personas que han abandonado su región o país de origen evitan a toda costa regresar al territorio que dejaron atrás.
Entre mayo y junio, han retornado al país alrededor de 100.000 venezolanos. Más del 50% han ingresado por los canales regulares (poco más de 70.000 ciudadanos). Todos sin excepción han sido recibidos con las puertas abiertas.
Pero, además, las instituciones del Estado les han garantizado a estos connacionales toda la atención médico asistencial, en los Puestos de Atención Social Integral (PASI) desplegados en los estados fronterizos (Zulia, Táchira, Amazonas, Bolívar y Apure).
Inclusión y contabilidad
Otro punto que debe destacarse es que las personas que contraen la covid-19 en un país determinado deberían contabilizarse como casos de esa nación donde enfermaron. Los criterios de vigilancia epidemiológica establecidos por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) son claros al respecto: siempre debe tratar de «localizarse el lugar en el que se originó la enfermedad».
El vicepresidente de Comunicación, Cultura y Turismo, Jorge Rodríguez, ha explicado esto: si nuestra nación se apega a este principio epidemiológico de la (OPS), todos los casos importados deberían imputárseles a los países de origen. Pero el gobierno ha sido inclusivo también en la contabilidad y los ha incorporado al registro propio.
Y esto no es poca cosa, sobre todo en un contexto de gobiernos que promueven la opacidad de las cifras epidemiológicas de una manera obscena. Nuestra nación ha recibido en las últimas semanas más de 5 mil casos importados, lo que representa 45% del total. De ellos 3.706 provienen de Colombia, 458 de Brasil, 140 de Perú, 113 de Ecuador y 78 de otros países. Todos reciben atención oportuna y gratuita, sin excepción.
Compromiso de Estado
El problema se ha suscitado con las personas que bajo engaño, por ignorancia o desesperación, recurren a las trochas para escapar del infierno neoliberal de los países vecinos. Según el presidente Nicolás Maduro se estima que cerca de 30.000 personas han vuelto a la patria de modo clandestino.
Lejos de condenarlos, el primer mandatario ha puesto a disposición de estas personas toda la infraestructura sanitaria del Estado, para: 1) descartar si tienen la enfermedad y 2) aplicarles aislamiento y tratamiento inmediato en caso de tenerla.
Es una obligación que asume el Estado de acuerdo con el modelo socialista, que concibe la salud como un derecho humano fundamental y no como un negocio neoliberal. Sin embargo, muchas de estas personas por temor o desconocimiento (y en no pocos casos por irresponsabilidad), han hecho caso omiso del llamado presidencial. Por el contrario están en sus comunidades, contagiando a familiares, amigos, vecinos, conocidos y no conocidos.
Enemigo comunicacional
Los medios no han apoyado la campaña para concienciar a estos compatriotas, y lograr que se coloquen en zona segura, desde el punto de vista epidemiológico. Juegan otra vez para el enemigo usando las armas y artimañas más bajas de la guerra comunicacional.
Ha sido el caso de los trocheros, como ningún otro, cruda muestra de las diversas estrategias comunicacionales para desvirtuar la realidad. La primera de ellas estudiada a fondo por los comunicólogos españoles, Pascual Serrano y Vicente Romano, entre otros, consiste en invertir los hechos.
Es un recurso discursivo sencillo, pero sumamente útil y eficaz: se le transfiere a la víctima las responsabilidades del victimario. Y esto bajo el clásico principio goebbeliano de la reiteración, permite lograr que el agresor se convierta en agredido. O como lo definió magistralmente Eduardo Galeano, el mundo al revés según el poder mediático.
Con este esquema comunicacional, Venezuela, el único Estado de Suramérica que ha actuado diligentemente contra la pandemia, reconocido incluso por la Organización Mundial de la Salud, es presentado por medios europeos, norteamericanos y redes sociales como agresor de los trocheros.
Infierno neoliberal
La verdad no es que estos connacionales emigraron bajo engaño, buscando una tierra prometida que a la postre se les mostró como un infierno neoliberal. Tampoco que la crisis sanitaria de Colombia, Ecuador, Perú, Brasil, Bolivia y Chile representa un peligro de muerte para esos inmigrantes venezolanos. Porque lo que vende es la mentira, por eso proyectan en el exterior que su país de origen les cierra las puertas y son estigmatizados.
Amén de que antes de llegado a este punto, los medios nacionales e internacionales al unísono recurrían a la profecía autocumplida. Todos presagiaban una crisis sanitaria de proporciones dantescas, para la patria de Bolívar, a sabiendas de las dificultades económicas derivadas de un bloqueo financiero genocida, impuesto por Estados Unidos.
Y el colapso sí llegó, pero en Ecuador, Chile, Colombia, Perú, Bolivia y Brasil. Los trocheros que vuelven desesperados tras días y días de recorridos interminables, lo hacen huyendo del neoliberalismo en su versión más salvaje e inhumana. Como ha dicho el presidente Maduro huyen “del coronahambre, la xenofobia” y la impagable atención médica.
Dolorosa lección
Estos connacionales aprendieron dolorosamente, que en el sistema de salud de todos esos países, si no tienes dinero no te hacen pruebas. Si no tienes plata, no te puedes hospitalizar, no hay tratamiento. Y si desafortunadamente requieres un respirador, sin recursos estás afuera.
En Colombia han llegado al extremo de estudiar leyes para cobrar un 50% de adelanto a quienes necesiten un respirador. Nuestros compatriotas han sido humillados, despreciados, denigrados con una campaña mediática como pocas veces vista.
Este bullyng fue impulsado por supuestos venezolanos, como Julio Borges, quien les llamó plaga. Y también funcionarios colombianos, como la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, quien aseveró claramente que en medio de la covid-19, los venezolanos que no puedan pagar los arriendos, allá no tienen cabida. Se han generado cientos de desalojos, echando a nuestros compatriotas a su suerte en las calles.
Segunda oportunidad
Los hermanos trocheros tienen en su patria, en socialismo humanista y bolivariano, una segunda oportunidad. Pero como acertadamente ha dicho el Padre Numa Molina, tienen que tomar el camino correcto. Y ese camino no es otro que acudir voluntariamente a la red de hospitales centinelas y CDIs para que les practiquen sus pruebas rápidas y de PCR.
Te pregunto a ti herman@ venezolano que estas en Colombia o Brasil y piensas regresar a Venezuela ¿qué es mejor entrar por las trochas corriendo peligros o entrar legalmente por los puntos de control?
— numa molina (@numamolina) July 16, 2020
Todos tenemos derecho a una segunda oportunidad. Ustedes trocheros son venezolanos y su patria les garantiza los derechos socioeconómicos para un segundo comienzo. Pero de ustedes depende tomar la decisión correcta. He allí dos opciones: salir del miedo y la incertidumbre o abrazar la vida. Cuidándote tú, nos cuidamos todos. De eso se trata el socialismo.