El desarrollo del ser humano pasa por el acceso al agua, por ser vital para la salud, educación, la productividad económica y por extensión del bienestar colectivo.
Alrededor de 1.600 millones de personas se enfrentan a la escasez del agua, pese a su enorme disponibilidad física, carecen de las infraestructuras necesarias para acceder al mismo.
Actualmente, al menos 1.1 mil millones de personas no tienen acceso adecuado al agua limpia y potable, 2.6 mil millones de personas padecen del saneamiento, lo que ocasiona aproximadamente 250 millones de enfermedades y, entre 10 y 20 millones de muertes anualmente en el mundo.
Los principales acuíferos del mundo están sometidos a un creciente estrés y el 30% de los mayores sistemas de aguas subterráneas están impactados por esa presión, lo cual ha generado que, las extracciones de agua para el regadío de la actividad agrícola es la primera causa del agotamiento de las aguas subterráneas en el planeta.
Según la FAO, para mediados del 2016 el 69% de las extracciones de agua se destinan a la agricultura, generalmente para el regadío, pero esta cifra también incluye el agua para el ganado y la acuicultura. Esta proporción puede ascender hasta el 95% en algunos países en desarrollo. El 19% se destina a la industria (incluida la generación de energía y de electricidad) y el 12% restante se destina a los municipios.
A pesar de que el agua es un bien renovable que se puede gestionar de forma sostenible y equitativa, la verdad es que, el suministro mundial merma rápidamente debido al uso inapropiado, a la contaminación y a las estrategias de la privatización neoliberal.
Mientras tanto, conforme la población continúa creciendo, el consumo de agua se duplica cada 20 años e intervienen otros factores como la crisis climática que tiene un devastador impacto en las reservas agua dulce.
El agua es un derecho y se puede conservar para el beneficio de todos, sin embargo, al hacerse cada vez más escaso, se convierte en una oportunidad para jugosos negocios de los grandes conglomerados multinacionales. La estrategia reside en el soborno y compra de funcionarios para garantizarse la privatización del agua dulce.
Durante el siglo XIX, la magnitud de las inversiones y las dificultades para recuperar los costes llevaron a los gobiernos a asumir la financiación y la gestión de las grandes infraestructuras. El uso del agua para el proceso productivo se compartió mediante la concesión o licencia de derechos para actores privados o públicos.
Cerca del 90% de las reservas mundiales de agua dulce permanecen en manos públicas, sin embargo, la privatización se está volviendo algo más común conforme los gobiernos necesitados de recursos son cada vez más incapaces e indolentes en el mantenimiento sobre los sistemas de distribución de agua.
A partir de los años 70, el neoliberalismo emergente criticó el modelo de gestión pública que había estado vigente a lo largo del siglo XX promoviendo el agua como una mercancía, eliminando gradualmente el concepto de bien común del agua y así incorporarlo a la lógica del mercado.
La historia ha mostrado, que los lugares objeto de esta privatización han derivado en zonas precarias en materia de bienestar social, acompañado de un clima de corrupción, pérdida institucional, merma de las normas de calidad en los procesos y, el aumento excesivo de las tarifas que excluyen a la población más vulnerables
En los últimos 20 años muchos países latinoamericanos han involucrado al sector privado en la modernización y ampliación de sus infraestructuras de aguas y saneamiento. Identificándose experiencias en: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Honduras, México y Perú.
La incursión de la transnacional holandesa Nestlé en el negocio del agua, alquilando 50 fuentes de agua en Estados Unidos. Muchos de los acuíferos fueron explotados de forma ilegal generando inflación de precios, conduciendo a un acelerado empobrecimiento de las comunidades.
La privatización del agua en México promocionada por PROMAGUA del presidente Vicente Fox, permitiendo a las corporaciones Vivendi y Suez, asociarse con compañías pequeñas para convertir un quinto de los acueductos municipales de México en negocios lucrativos. En la India se le concedió a la Coca Cola Company la licencia para fabricar sus bebidas, extrayendo agua adicional de las reservas locales, causando escasez que dejó a los agricultores sin líquido para irrigar sus cultivos mermando el suministro de agua potable de las comunidades.
La mercantilización del agua genera una apropiación privada al gestionarla como si fueran de las empresas transnacionales, las cuales vienen adquiriendo el derecho de uso, debilitando las prioridades de la población. Esto elimina el derecho humano al agua, así como, la sostenibilidad de los ecosistemas acuáticos.
Esto convierte al futuro del agua en una pieza más del sistema financiero global. En consecuencia, debemos profundizar la organización comunal, para frenar esta estrategia neoliberal del hambre.
Prof. PEDRO MALAVER