Aunque pasen desapercibidas, la sociedad actual está atravesando crisis de diversas dimensiones. Las mismas, dan cuenta de la decadencia de un modelo económico, político, social y cultural que ha sido un fracaso para garantizar la vida humana en condiciones plenas. Una de las más importantes, son las migraciones.
El poder de la mediática mundial se encarga de dar fuerza a noticias dispersas, para generar matrices que apuesten al alcance de sus propios intereses en la opinión pública.
El año 2021 comienza dando muestras de una continuidad con pocas probabilidades de cambio, mientras se mantenga vivo el metabolismo del sistema capitalista.
Migraciones: un problema estructural
No se trata tan sólo de voluntades individuales, como hoy bombardean las redes sociales atravesadas por una suerte de delirios que anuncian que los problemas neurálgicos de la humanidad, se solucionan sólo a través de cambios de conducta.
Una de las grandes realidades, escapadas del lente de quienes sostienen imágenes para las corporaciones mediáticas, es la referente a las migraciones.
A pesar de que ya no aparece como noticia de primera plana, la llamada caravana de migrantes de centroamérica (repleta de secuestro de niños y niñas, cárcel y abusos de todo tipo por parte de las autoridades de EE.UU.); aún se mantiene.
A mediados de enero, una caravana de migrantes hondureños fue detenida en Guatemala por las fuerzas de seguridad sin haber cometido ningún delito. Esta población ha salido de su país a raíz de la desigualdad económica y los altos niveles de violencia que atraviesa Honduras.
En el mundo, el tema de las migraciones debe asumirse como una problemática propia de la decadencia del sistema económico mundial; que contempla sólo la vía de la llamada securitización para abordar las realidades sociales que surgen de las desigualdades económicas del mundo.
En otras palabras, los problemas emergentes del modelo capitalista ocasionado por las élites del poder mundial, son cargas para los ciudadanos y ciudadanas explotados a consecuencia del mismo sistema, que los utiliza y luego los trata como delincuentes.
Securitización de los problemas sociales
La securitización no permite salidas políticas a estas realidades.
Al convertirse una problemática social en un tema de seguridad, la respuesta no se basa en el juego democrático ni en opciones políticas; sencillamente las respuestas son asumidas por los aparatos de represión. Y al ser una realidad que emerge de las contradicciones del sistema capitalista, seguirá existiendo de manera permanente hasta que se rompa la desigualdad estructural.
Para los países del Sur global, se presenta un debate importante en el concierto internacional: la exigencia de abordar esta realidad a partir de tratados internacionales; pero sobre todo a partir del respeto a la Carta de las Naciones Unidas en cuanto a la defensa de los derechos humanos.
El sistema internacional sigue dando muestras de su decadencia y su activación al servicio de las grandes potencias. Es hora de que emerjan de manera contundente nuevas alternativas.
