Por: Alfredo Serrano Mancilla
Evo Morales, luego de catorce años de gestión, obtiene una votación muy importante, 46,8% de los votos, y gana en primera vuelta.
Bolivia vuelve a elegir como primera fuerza política al MAS, de Evo Morales. Con datos escrutados al 95% del sistema TREP (Transmisión de Resultados Electorales Preliminares), el presidente indígena logra el 46,8% de los votos, con una diferencia de 10,1 puntos con respecto al siguiente candidato más votado, Carlos Mesa (36,7%); el tercer lugar lo ocupa contra todo pronóstico el pastor evangelista coreano Chi Hyung Chung, quien obtuvo un 8% de los sufragios -y que supuso la novedad con un discurso ultraconservador-; el gran perdedor es Oscar Ortiz, el Bolsonaro de Santa Cruz, quien solo obtuvo un 4%.
Por tanto, se confirma ya que Evo Morales será el próximo presidente de Bolivia para los próximos años al haber obtenido en esta primera vuelta más del 40% de los votos y más de diez puntos de ventaja sobre el siguiente candidato.
Hay dos aspectos muy significativos a destacar en esta cita electoral. Por un lado, Evo Morales, luego de catorce años de gestión, obtiene una votación muy importante, 46,8% de los votos; y además logra la mayoría absoluta en las cámaras de diputados y senadores. Definitivamente, el exdirigente cocalero continúa siendo el líder que mejor sintoniza con los sentidos comunes de los bolivianos (nacionalizaciones, bonos sociales, soberanía), y también con las preocupaciones cotidianas presentes en el “metro cuadrado” de cada ciudadano. La cuestión económica (ingreso, consumo, ahorro) también es crucial en la valoración positiva de su gestión. Evo Morales sigue teniendo un bloque sólido de votos muy fieles que conforman la identidad política predominante en el país.
Por otro lado, hay que resaltar la consolidación del voto útil anti Evo en el arco opositor. Mesa, el segundo en disputa, captó buena parte del electorado de Ortíz. Esto ya se podía observar en la última encuesta Celag: Mesa tenía una imagen positiva muy baja (33%) y, en cambio, su techo electoral era del 40%. ¿Cómo se explica esto? Porque el voto útil anti Evo estaba muy latente en esta elección. Casi la mitad de los no votantes de Evo estaba dispuesta a cambiar de candidato con el único objetivo de evitar su victoria. En otras palabras, es como si buena parte del espíritu de la segunda vuelta ya hubiera estado presente en esta primera vuelta. El votante anti Evo más fundamentalista apoyó al segundo contendiente. Y aun así, a pesar de esta concentración del voto anti Evo, Carlos Mesa quedó a una considerable distancia del actual –y también próximo- presidente.
Hay que evitar caer en la trampa de considerar a los no votantes de Evo Morales como un bloque monolítico. Se diferencian, al menos, dos importantes grupos al interior de esa bolsa de votantes. Un grupo que estaría conformado por la ciudadanía de voto más volátil, menos fiel, quizás más despolitizada en un sentido partidario, más aspiracional y que no suele dar “cheques blancos” para siempre. Y otro grupo que sí conforma una identidad política clara “anti Evo”, caracterizado más por el odio, por la discriminación racial, por la pertenencia a una clase socioeconómica más afín a los principios neoliberales, y también con un fuerte componente regionalista (especialmente en el caso de Santa Cruz).
A partir de aquí, una vez que termina el tempo electoral, la política sigue su curso. Los partidos opositores desconocen los resultados tal como lo vienen advirtiendo desde hace semanas, e incluso meses. Seguramente, como así lo hiciera en otros momentos, la facción más anti Evo forzará acciones no democráticas y violentas para intentar desestabilizar el país. Su mayor capacidad para lograr este objetivo se concentra en Santa Cruz. Y probablemente se volverán a repetir escenas vividas en los primeros años de gobierno del MAS. De esta manera, se constata que el tema regionalista cruceño es un tema no saldado en Bolivia a pesar de los múltiples intentos por resolverlo. Pero también hay que destacar que hay otra parte de la ciudadanía que, aunque no votase a Evo, lo que desea es continuar con su vida de la manera más normal posible.
Al otro lado de la disputa está Evo Morales, quién consolida una victoria importante y que desde ahora en adelante deberá afrontar el desafío de emprender las transformaciones económicas, sociales e institucionales que le exige el pueblo boliviano. Y al mismo tiempo, tendrá que gestionar un tiempo inmediato de alta tensión política en las calles, y quizás, también con cierta presión internacional. No obstante, Evo Morales ya ha demostrado en más de una ocasión que es capaz de superar momentos muy adversos. Lo hizo antes de ser presidente y también durante su gestión.