Enterrad mi cuerpo cerca del mar, en Venezuela…

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Por: Régulo Boscán.

Antecedentes de la dignidad

Hay un asunto que no admite discusión de ningún tipo ni a ningún nivel, y que conviene dejar sentado de inmediato: no existe nación sobre la tierra, ni en esta época de la historia humana, ni en las que la preceden, cuyo gobierno haya dignificado a su población al nivel que lo ha hecho la Revolución Bolivariana de Venezuela, desde su llegada al poder hace ya dos décadas. Y lo ha hecho en todas las áreas susceptibles a ser impactadas, a ser cambiadas radicalmente. Si algo ha convertido ese viraje en accidentados tropiezos, si algo ha perturbado violentamente el desarrollo de las felices iniciativas sociales de la Revolución,  ha sido en buena parte, la grosera intervención imperial en los asuntos de la patria de Bolívar y Chávez.

Algunos ejemplos que lo comprueban no vendrían mal, y solo algunos, pues la lista sería kilométrica si se le diese dilatada soltura: no se conoce, por ejemplo, un programa como la GMVV (Gran Misión Vivienda Venezuela). Jamás ningún gobierno ni institución pública o privada asignó “viviendas de interés social” a la gente con tanta frecuencia y tan disciplinado ritmo. La GMVV es como mucho, el más ambicioso programa de tinte social emprendido en el mundo en cualquier época de la historia. Solo tiene parangón en el “Plan Marshall” de la reconstrucción europea de la posguerra, guardadas las distancias, claro está.

Una propuesta que continúa en pie, a pesar del enorme peso financiero que representa, y a pesar del severo revés que sufren hoy las arcas de los fondos públicos gracias a un brutal y desmedido bloqueo económico, condimentado con “sanciones” de la más disímil naturaleza y con un tono absolutamente desquiciado. Eso sin mencionar los precios del mercado petrolero que fluctúan constantemente a capricho de Norteamérica y sus aliados del mundo Árabe. Aún así, contra todo pronóstico,  no se ha dejado de atender a las familias venezolanas. Contrastar las cifras de este programa con lo que hizo en su momento la cuarta república, pondría en evidencia pírricas y vergonzosas cifras.

Un gobierno que entregue a sus connacionales viviendas de bajo costo, de incluso ningún costo, no puede ser un gobierno que intente matar a la gente de hambre, reducirla a niveles de pobreza extrema, u oprimirla hasta hacer desaparecer su voluntad, eso es antitético y sin sentido.

Sin entrar en detalles harto conocidos, habrá que nombrar de inmediato programas que tampoco tienen un facsímil ni remotamente parecido a lo largo y ancho del mundo. Nadie entrega computadores y tabletas a los niños y estudiantes sin costo alguno, ninguna nación procura que los nuevos nacimientos tengan lugar en medio de un clima humanizado que protege a la madre y al bebé, no existe territorio en el planeta en donde se proteja el empleo tan ferozmente, no hay una copia de un modelo que lleve a la gente comida a precios irrisorios para paliar el problema del desabastecimiento inducido y la especulación maliciosa, no hay frontera en donde un gobierno entregue periódicamente bonificaciones dinerarias (por exiguas que hoy puedan lucir ante el ataque de un dólar demencial) y que ayude a las familias a lidiar con el problema de su sustento.

La derecha y sus artimañas

La derecha venezolana, en perfecta alianza con los centros del poder imperial, logro convencer a buena parte de nuestros compatriotas, de que Venezuela era una nación sin oportunidades, y que lo más sano era emigrar. Marcharse de la patria. Dolorosamente vimos a familias dividirse, empujadas por un éxodo forzado más por el odio y la intolerancia política, que por razones de verdadero arraigo económico. El resultado es ampliamente conocido y ampliamente sacado de contexto por la mediática feroz de la derecha mundial.

Se considera que el debate no debe centrarse únicamente en el origen de la migración  (si es individual o impulsada por el contexto) tiene que trascender de parte de los Estados (receptores y emisores) orientado a un cuestionamiento de sus competencias internas y el adecuado manejo de la migración de personas: garantías de retorno, buenos salarios, capacidad laboral, entorno social, político y económico estable; pues tal como establece la visión internacionalista “el capital humano, de igual manera que el capital físico, tiende a dirigirse a las regiones – o empleos – donde su productividad es más elevada y, por consiguiente, a abandonar aquellas regiones – o empleos – en que su productividad es baja” (Pellegrino, 2001)

Así las cosas,  el tema de la migración venezolana, no podía, como infelizmente ha hecho la derecha, empujarse desde el odio irracional, y con un doble rasero de ferocidad sin igual. Guarenquena Gutiérrez, “representante diplomática” de Guaidó en Chile, pontificaba en un programa televisivo de alta audiencia (“Quién lo diría”) conducido por Cony Stipicic, “los migrantes venezolanos son una pesadilla para el desarrollo económico de las naciones sudamericanas”. Deténgase el lector un momento y considere el bochornoso impasse de que es una venezolana quien así habla. Impulsan una salida de sus compatriotas a través de someterlos a una campaña incesante de angustia y desesperanza, y una vez logrado este objetivo, caracterizan a sus compatriotas como “pesadilla en la región”.

“Para variar”,  Colombia…

Mírese a su vez lo que hicieron con un puñado de militares a quienes convencieron de rebelarse contra la constitución y el estado de derecho, para luego ser abandonados a su suerte en las calles de Colombia. Incluso llegaron al descaro de robarse enteras las partidas que se habían destinado para el auxilio financiero de estos desertores inducidos. Más de sesenta desertores de la Fuerza Armada de Venezuela y sus familias fueron desalojados del hotel en el que se refugiaban en la ciudad fronteriza de Cúcuta al noreste de Colombia.

Los militares y policías alojados en el lugar habían reclamado el abandono de los representantes del diputado opositor Juan Guaidó, “Estamos a la deriva, nadie de nuestro presidente encargado Juan Guaidó, que nosotros lo apoyamos 100%, ninguno de ellos se ha acercado aquí”, afirmó un desertor de la guardia nacional bolivariana. Y la respuesta odiosa de Colombia no tardaría en aparecer. El encargado de frontera de la Cancillería colombiana, Víctor Bautista, afirmó sobre el desalojo a los militares hospedados en Cúcuta que “La transición en los hoteles no puede ser eterna (…) ya quisieran todos los migrantes y refugiados tener esas condiciones. Tenía que haber una transición y ya llegó a su final el día de hoy” A la calle…

Y llegó el covid-19

La pandemia mundial del covid-19 dejo pocas dudas acerca del trato inhumano a los migrantes, habida cuenta del desapego con que se trató incluso a los propios coterráneos. De esa manera, poco podía esperarse hacia los migrantes, especialmente los venezolanos. De países como Perú y Colombia han llegado impactantes imágenes y reportajes de venezolanos desalojados a la fuerza, con sus pocos o muchos enseres sacados a la calle, caminando acosados por las fuerzas de seguridad de esos países, y en medio de insultos terribles y ofensas xenófobas, la intolerancia, como se ve, es más dolorosa lejos de la patria.

Hace meses ya, el gobierno de Nicolás Maduro creó el plan “Vuelta a la Patria” que ha permitido a miles de Venezolanos regresar al país, en medio de una asistencia integral gubernamental, o valdría decir, del “régimen”. Ningún país de la tierra mantiene hoy, que sepamos, una iniciativa similar, tan ambiciosa y tan cargada de amor y de respeto. No la hay. Y no ha sido fácil mantenerla. Maduro pedía a la ONU hace meses: “si me dan 200 millones de dólares me traigo a todos los venezolanos que están tan solo en Perú” y a los EE.UU que levante las sanciones “con una licencia especial” para que puedan repatriar a 200 venezolanos “por razones humanitarias”, ya que se encuentran “varados” en Estados Unidos. “Le digo al gobierno de Estados Unidos que no puede impedir que por sanciones humanitarias vayamos. Tiene que levantar las sanciones con una licencia especial. Ustedes no puede ser tan obtusos de mantener sanciones en medio de una verdadera crisis mundial”, señaló Maduro. Asimismo, el mandatario venezolano pidió a todos los venezolanos, y “a toda la gente buena del país”, la organización de una campaña a nivel nacional e internacional para exigir a Washington que levante las sanciones “durante todo este período de crisis mundial”.

Odiosa hipocresía vs resistencia valiente

Al igual que otras naciones sudamericanas, EE.UU ha negado más de una vez, el sobrevuelo de sus espacios aéreos a las aeronaves venezolanas de la Línea Estatal “Conviasa”y ha puesto todo tipo de trabas para el reabastecimiento de combustible aeronáutico, escaso en el País a razón de las sanciones que impiden la entrada a Venezuela de químicos precursores indispensables para la elaboración del combustible especial.

Pero fiel a su costumbre histórica de desafiar cara a cara al adversario, y de imponerse sobre el infortunio y la adversidad,  Nicolás Maduro no ha desmayado ni un segundo en la tarea de asegurar el regreso de nuestros compatriotas menos afortunados, que hoy se enfrentan a la pandemia en medio del acoso y la persecución, y no solo eso, sino que garantiza a los extranjeros en Venezuela, atención integral en medio de la cuarentena voluntaria y acceso total al sistema de salud pública, sin restricciones y sin costo alguno. Mientras tanto, Ivan Duque excluye a los migrantes dentro del programa de ayudas por la Pandemia. Hacer parecer a Maduro un insensible dictador, es una tarea imposible si nos gobierna la sensatez.

Venezuela está repatriando a su gente, cueste lo que cueste, revisando su estado de salud, diagnosticándolos de inmediato apenas llegar, asegurándoles el regreso a sus hogares después de cumplidas las disposiciones de rigor, registrando las necesidades particulares de cada caso, y atendiéndolos sin distingo de su color político e ideologico. La historia es esa. Y nada más hay que agregar.

Hoy, el “Tirano de Venezuela”, el blanco de la impiedad más odiosa de la historia moderna, resiste en medio de heroicos esfuerzos de pie junto a su pueblo. Hace falta que el “virus de la buena voluntad” contagie a millones de seres humanos, más de prisa de lo que lo hace el germen de la miseria y la disociación.

Régulo Boscán.

@logicalchavez

 


 

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