En búsqueda de la voluntad comunal | Por: Edwin Velásquez

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Lo primero que hay que comprender sobre la comuna es que ésta está conformada por un conjunto de consejos comunales, lo segundo es que esta figura es un eslabón de más de un encadenamiento de entidades geopolíticas en función y competencia de gobierno popular, es decir, el proyecto comunal del Comandante Supremo Hugo Chávez no se refiere a la figura de la comuna como única, sino que constituye un entramado de organizaciones de gobierno popular con competencia de gestión de gobierno que complementados unos con otros en su misma escala conforman una superior a ellos de mayor incidencia, extensión y poder político, económico y social, tejiendo un nuevo constructo no solo de poder sino también una nueva estructura de Estado.
Esta formación geopolítica de Estado, no es algo que podamos hacer en el corto plazo, pero tampoco es algo que bajo la excusa de la transición al Socialismo debe ser una construcción lenta; sin embargo, esto depende de dos voluntades fundamentales y estratégicas: la voluntad del pueblo a organizarse y comprometer tiempo en construir su poder robusto, fuerte, paciente, justo y profundamente democrático en los cánones constitucionales de la participación y el protagonismo del pueblo; así como de la voluntad del Estado en otorgar de sus poderes más consolidados lo necesario para el empuje y fortalecimiento del poder emergente: el Poder Popular.
El pasado 1 de junio el presidente Nicolás Maduro indicó que «hay que seguir construyendo el socialismo en lo territorial, es el objetivo…», también se preguntó: «¿Para qué las comunas?, ¿Para qué los consejos comunales?» – a lo que él mismo respondió: «Para construir la nueva democracia revolucionaria, para construir el socialismo en lo territorial, para construir el socialismo en lo concreto, que el socialismo sea superior en todos los campos: la educación, la cultura, la salud, los servicios, la tecnología, la comunicación, el conocimiento, en la economía productiva y real, el socialismo tiene que ser superior».
Quiere decir nuestro líder que la superioridad del Socialismo pasa por las comunas, para lo cual el esfuerzo debe ser mayor de parte de todos los actores revolucionarios que hacen vida política en la Revolución, porque la voluntad comunal no pasa solo por quienes la construyen desde el territorio, el problema es que aunque chavistas no todos los que están en ejercicio de gobierno conocen de lleno el proyecto comunal que ha sido subestimado y hasta despreciado por sujetos que, por el desconocimiento que además genera como consecuencia la falta de voluntad política, no conceden ni razón ni fuerza al pueblo organizado.
Pero también está la otra parte que tiene que ver con la voluntad del Poder Popular, porque así como los actores del Estado deben motivarse a conocer más del proyecto evolutivo de la sociedad venezolana que es la comuna, el pueblo debe motivarse a conocer cómo y en qué términos se maneja el Estado, así como poseer un manejo fino, de gran astucia, formación y altura política, para emprender una difícil pero gustosa construcción popular que nadie pueda pasar por alto, que logre surfear y dominar el oleaje  burocrático, que contemple y saque provecho a los recursos naturales, materiales, institucionales y humano de su territorio con base en la innovación y creatividad permanente, al mismo tiempo que dirige equipos, lidera pueblo y ejerce funciones de gobierno popular.
Si es por voluntad comunal, existe, pero todo indica que más de un lado que del otro, sin embargo, la voluntad no está completa, el pueblo debe saber manejarse en los campos políticos de la perversa desigualdad y superioridad burocrática y procurar superarla desde la construcción de una nueva institucionalidad con poderosas instancias, no solo por la vía del hecho sino también del derecho, de nuevas formas de gobernabilidad, de nuevos métodos de gestión, de nuevos liderazgos de visión amplia y espíritu unitario, y de nuevas lógicas de poder, para ello el estudio, cientifizar los esfuerzos para evitar fallas y derrotas, ser sujetos con poderosa formación política-ideológica así como empírica-técnica ó técnica-profesional para la transformación y cambios, dejar de lado el romanticismo (aquel que nos detiene o ralentiza los procesos), los dogmas y la abstracción ideológica (sin dejar la ideología).
Edwin Velásquez

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