Elecciones parlamentarias de 2005: el día en que la oposición se hizo un harakiri sin honor

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En un sistema democrático la oposición cumple una función vital. Aparte de servir de contrapeso político, se supone que debe aglutinar las visiones diferentes, para encauzar la necesaria representación de las minorías. Esto promueve, o debería promover, un sano debate, que a su vez, resulta esencial, para hallar puntos de consenso en aras de lo que se conoce como el interés nacional.

La gran tragedia en Venezuela, desde el propio inicio de la Revolución Bolivariana, es que nunca hemos tenido la dicha de contar con un liderazgo opositor leal, tanto con el interés nacional (integridad patria), como con el sistema democrático.

Todo lo contrario desde el mismo comienzo de la era chavista, las cúpulas de Primero Justicia y los restos de AD y Copei, se vieron empantanados hasta el cuello con el intento de golpe de Estado de abril de 2002. En aquella fatídica jornada recurrieron a la violencia explícita para cortar de cuajo al proyecto revolucionario.

Amplitud rechazada

Repuesto en el poder por una reacción centelleante del pueblo y la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, el Comandante Chávez, no regresó con revanchismos. Más bien reasumió las riendas de Miraflores en un tono conciliatorio, convocando a las fuerzas que intentaron derrocarle, a sumarse al esfuerzo del Estado por transformar a la sociedad venezolana, de excluyente y miserable, en un país de oportunidades y calidad de vida para las mayorías.

Pero esas fuerzas “democráticas” de la oposición venezolana, para nada aprendieron la lección de 2002. Apenas 3 años más tardes, en 2005 con ocasión de celebrarse las elecciones legislativas, se retiraron de la contienda. Lo hicieron de forma cobarde e intempestiva, alimentando de nuevo el aventurerismo y la irresponsabilidad.

Faltando apenas 6 días para que se realizara la votación, un dubitativo Henry Ramos Allup, comunicaba la decisión de no participar. El motivo alegado fue la desconfianza en el árbitro electoral.

Era la primera vez que la oposición venezolana recurría a esta suerte de harakiri político. Pero a diferencia de lo que pauta el extremo ritual de la cultura japonesa, no lo hacían para preservar el honor. Fue, más bien, una zancadilla nada honorable contra la institución del voto, que se les devolvió como un boomerang. Esto los sepultó políticamente.

Abajo en las encuestas

Aunque alegaron falta de garantías, como motivo de su harakiri político. La verdad es que las principales encuestadoras de abierta tendencia opositora, reconocían una clara tendencia a favor del chavismo. Se trataba de Datanálisis, Consultores 21 y Keller Asociados.

“En los tres casos, los resultados de sus respectivas encuestas señalaban que, acercándose las elecciones parlamentarias de diciembre del 2005, la abrumadora mayoría de los electores favorecía a los partidos que respaldan al gobierno de Chávez (como también habían señalado la cómoda victoria de Chávez en el referendo revocatorio de 2004)”.

Así analizaba la situación el historiador galés, Dick Parker, quien realizaba la siguiente conjetura: “Yo, junto a unos cuantos más, sospechábamos que había alguna relación entre lo que decían las encuestas de estas empresas de simpatizantes de la oposición y la decisión de retirarse”. Y efectivamente, esa fue la verdadera razón de aquel insólito harakiri político.

Resultado devastador

La carta del abstencionismo tuvo un efecto devastador. Tanto así que años más tarde, tanto Julio Borges, como el propio Henry Ramos Allup, se vieron forzados a admitir que habían recurrido a una estrategia política torpe, absurda y contraproducente, para el país y para los propios intereses de sus toldas partidistas.

Sin embargo, a pesar de la bajeza política de esta acción, la nación no se detuvo y tampoco sus instituciones. Las elecciones se celebraron en la fecha prevista. El pueblo chavista votó masivamente y se expresó en favor de sus candidatos. Pero el pueblo opositor debió permanecer en casa. Irónicamente, se vio privado de expresarse a causa de sus propios líderes. No fue ninguna “dictadura”, sino su propia gente la que les robó el derecho a sufragar.

El resultado obvio fue una Asamblea monocromática, lo que tampoco resultó beneficioso para el chavismo, por la falta de disenso. Pero no fue la fuerza revolucionaria la que buscó ese escenario, fue la propia oposición con su soberbia política.

Otra vez con la misma piedra

Las fuerzas revolucionarias con sus coaliciones del Bloque del Cambio (MVR-UVE) y otras formaciones aliadas obtuvieron el 100% de los 167 escaños que estaban en disputa. La oposición de tener una representación parlamentaria en torno al 30% y 40% pasó a convertirse en la nada, legislativamente hablando.

Con este harakiri político se autoexcluyeron de la Asamblea Nacional. 15 años más tarde vuelven a enfrentar el mismo dilema. Como si se tratara de un Déjà vu se encuentran frente a la misma encrucijada.

El 6 de diciembre de este año están previstas unas nuevas elecciones parlamentarias. Otra vez, una porción importante de la bancada opositora convoca al abstencionismo, es decir a la nada. Cabe el refrán llanero para referirse al borracho que prometiendo no beber, lo vuelve hacer: “Perro que lame manteca, mete la lengua en tapara” ¿Volverán a hacerse un harakiri sin honor?, ¿Tropezarán otra vez con la misma piedra?

 


 

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