El teatro como santuario

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Cada 27 de marzo se celebra el día mundial del teatro con la intención de promover y fomentar esta forma de arte y darla a conocer todavía más, en esta fecha las comunidades de teatro muestran su trabajo para que se haga cada vez más conocido. Durante esta coyuntura de cuarentena por la pandemia del Covid-19, será una momento para recordar este arte desde casa.

El Día Internacional del Teatro fue creado por iniciativa de la Unesco y el Instituto Internacional de Teatro en el año 1961, en homenaje a la inauguración en París del Festival Teatro de las Naciones, una cita que cada 27 de marzo reúne a representantes de todos los países del mundo relacionados con este arte escénico.


Igualmente, cada año las instituciones de este gremio, escogen a una personalidad (actores, dramaturgos, escritores, productores, etc) para dedicar un mensaje en honor a este día. En esta oportunidad, la misión fue designada para el dramaturgo pakistaní  Shahid Nadeem, fundador y director del Ajoka Theatre. A continuación su mensaje.

El teatro como santuario

Al final de una representación de la obra de teatro de Ajoka sobre el poeta sufí Bulleh Shah, un anciano, acompañado por un niño, se acercó hasta el actor que había interpretado el papel del gran sufí, “Mi nieto no se encuentra bien, ¿podría bendecirlo? dijo, El actor se sorprendió y contesto: “No soy Bulleh Shah, solo soy un actor que interpreta el papel”. El anciano entonces contesto: “Hijo, no eres un actor, eres una reencarnación de BullehShah, su Avatar”.

De repente, se nos ocurrió un concepto completamente nuevo de teatro, donde el actor se convierte en la reencarnación del personaje que interpreta.

Explorar historias como la de Bulleh Shah, historias como esta existen en todas las culturas y pueden convertirse en un puente entre nosotros los creadores de teatro, una audiencia desconocida pero entusiasta.

Mientras actuamos en el escenario, a veces nos dejamos llevar por nuestra filosofía del teatro, en nuestro papel como precursores del cambio social a veces dejamos atrás a gran parte de la comunidad.

En nuestro compromiso con los desafíos del presente, nos privamos de las posibilidades de una experiencia espiritual profundamente conmovedora que el teatro puede proporcionar.

En el mundo de hoy donde la intolerancia, el odio y la violencia están en aumento, nuestro planeta se está hundiendo cada vez más en una catástrofe climática,necesitamos reponer nuestra fuerza espiritual.

Necesitamos luchar contra la apatía, el letargo, el pesimismo, la avaricia y el desprecio por el mundo en que vivimos, por el planeta en el que vivimos.

El teatro tiene un papel, un papel noble, debe dinamizar y hacer avanzar a la humanidad ayudarla a levantarse antes de que caiga en un abismo.

El teatro puede convertir el escenario en un templo, el espacio de actuación, en algo sagrado. En el sur de Asia, los artistas tocan con reverencia el piso del escenario antes de pisarlo, una antigua tradición en la que lo espiritual y lo cultural estaban entrelazados.

Es hora de recuperar esa relación simbiótica entre el artista y el público, el pasado y el futuro. Hacer teatro puede ser un acto sagrado y los actores pueden convertirse en los avatares de los roles que desempeñan.

El teatro tiene el potencial transformador de convertir la escena en un santuario y ese santuario en un espacio de actuación.

 


Entretanto, el presidente venezolano Nicolás Maduro, destacó en sus redes la labor de los actores y actrices.

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