El antimadurismo feliz | Por: Oscar Bravo

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No existe capacidad de asombro para determinar las consecuencias que genera el odio político del antimadurismo, cuando “hacen fiesta” al enterarse de que es bastante probable la no aceptación de Venezuela como socio de los Brics. En estos momentos, los radicales opositores consideran que esa es una noticia que aparentemente “perjudica mediáticamente” al Gobierno nacional, sin detenerse a pensar (al final no les importa) las grandes ventajas que tendría para el país pertenecer a un importantísimo grupo de economías emergentes, que representan aproximadamente la mitad de la población mundial.

Esa actitud política basada en “la irracionalidad del odio político” del “todo contra el Gobierno”, y que le impide al antimadurismo radical reconocer que las noticias que de una u otra forma perjudican al país en general no deberían ser “motivos de celebración” en las casas de los extremistas antichavistas, porque tienen un macabro mantra: “no están de acuerdo con nada que pueda beneficiar la imagen del Gobierno nacional”.

Son impresionantes los niveles de rechazo y negacionismo que tiene el antimadurismo, en especial cuando se apoya en la maquinaria mediática de la extrema derecha, cuando debemos sospechar que van a magnificar en sentido negativo el supuesto no ingreso de Venezuela a los Brics, como un “rotundo fracaso” del Gobierno venezolano presidido por Nicolás Maduro, que tendrá que seguir sufriendo “el castigo imperial” de las sanciones y bloqueos, hasta que le entregue el poder político a la derecha nacional.

Sin embargo, el antimadurismo hace un completo silencio con el lamentable caso de Citgo, con un valor superior a los 30 mil millones de dólares y que ha sido entregado por dirigentes opositores a unos supuestos acreedores, utilizando la figura del remate por falta de pago en tribunales estadounidenses, donde se están frotando las manos, porque se está materializando el robo del siglo, a través de una presunta fachada legal.

Lo insólito del odio político del antimadurismo es que ahora el presidente de Brasil, Lula da Silva, se ha convertido en el nuevo ídolo político de los extremistas ultraderechistas, cuando el antiguo amigo del chavismo rechaza el ingreso de Venezuela a los Brics.

Oscar Bravo

Politólogo

UN

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