Una doctrina de 200 años | Por: Beltrán Haddad

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La doctrina Monroe cumple el próximo diciembre 200 años. Nació con el postulado de evitar que el continente americano se convirtiera en objetivo futuro de las potencias colonizadoras de Europa. En 1823 el mensaje del presidente James Monroe planteaba a los países y gobernantes del Viejo Continente, especialmente a la Santa Alianza (Austria, Prusia y Rusia), que los territorios de América no deben considerarse “futuros objetivos de colonización por parte de ninguna potencia europea”. Por supuesto, aquella declaración, en las circunstancias históricas del momento, aparecía comprensible frente a la ambición de aquellas potencias que insistían en ocupar territorios del “nuevo mundo” para controlar y explotar sus recursos y llevarse esas riquezas a Europa que buscaba, afanosa, recuperar o repoblar los territorios que estaban en el camino de la independencia, de la unidad y soberanía, y de lo que serían en el futuro como Estados libres, sin el riesgo de volver al colonialismo o ser presa del instinto expansionista que venía oculto en aquel mensaje de hace 200 años. Tan cierto lo que digo que, pasadas dos décadas del nacimiento de la doctrina Monroe en diciembre de 1823, se completó en su propósito de neocolonialismo con el “Destino Manifiesto” que traía -como se ha dicho- el expansionismo en América y el resto del mundo, por las buenas o por las malas.

Muchos no lo creen, pero a la doctrina Monroe pretenden reivindicarla en sus 200 años para ratificar una nefasta política exterior de considerar a la América Latina como el “patio trasero” de EEUU, no de América para los americanos. Ahí está la razón para explicar el bloqueo financiero y comercial que nos afecta y las distintas formas de guerra que aplican; pero, aun así, nos tocó, históricamente, ser un pueblo insumiso ante esa doctrina, y no importa que John Bolton, ex asesor de Seguridad Nacional de Trump, proclame que la “doctrina Monroe está viva y coleando”.

Ahora nos preguntamos: ¿Para qué ha servido esa doctrina a los pueblos de América Latina? Para nada bueno. Sólo ha servido para negarnos como Estados soberanos y quitarnos la idea de soberanía. Es una doctrina insultante cuando impide a cualquier Estado soberano contratar con empresas o con otros Estados del mundo sancionados por la Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro de Estados Unidos. ¿Con cuál o qué derecho?

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