Los políticos en Washington si bien sugieren dudas sobre la vacuna rusa Sputnik V, sus diplomáticos parecen saber muy bien que una cosa es repetir la propaganda y otra ser estúpidos.
El diario estadounidense The Washington Post reveló que su personal en la embajada de su país en Rusia habría solicitado ser inoculado con el antídoto ruso, lo cual revelaría una pecado geopolítico más grave que el de dejarse morir “patrióticamente”.
El medio habría escrito con vergüenza que “tal situación ha devenido en experiencias humillantes para los diplomáticos estadounidenses, que representan al país más rico del mundo”.
En otra parte, el TWP expresa que “Es vergonzoso que el país más rico del mundo recurra a la caridad de otras naciones cuando se trata de vacunas, especialmente si se tiene en cuenta que las mejores vacunas se fabrican en Estados Unidos”.
Lo que no menciona el diario con la sospecha de ser una deliberada omisión es que las vacunas fabricadas “por el país más rico del mundo” han generado casos de personas fallecidas después de ser inoculadas, cosa distinta con respecto al fármaco ruso, el cual ha comprobado ser seguro y eficaz.
Autorizados para salvarse
Si bien la coherencia política condiciona a los funcionarios estadounidenses a no colocarse la vacuna rusa, el Departamento de Estado de los EE.UU. autoriza a cada uno de sus empleados a “tomar sus propias decisiones en materia de salud”.
Esta alternativa toma relieves vitales una vez que la pandemia alcanza niveles exponenciales y el acceso a las vacunas estadounidenses apenas llega a sus delegaciones en el extranjero.
De acuerdo a medios internacionales, el Departamento de Estado de EE.UU. habría solicitado 315 mil dosis para inmunizar a todo su personal, pero apenas ha recibido el 23% de todas ellas.
Los diplomáticos de EE.UU. en defensa propia ante la sugerencia de algún acto de traición por colocarse la vacuna han replicado que “Washington da prioridad a los trabajadores domésticos, sin ningún plan real para el resto de nosotros”.