Bloqueo norteamericano a Venezuela: un crimen de lesa humanidad para un cambio de régimen (II)

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Cuando se afirma que el bloqueo norteamericano representa un crimen de lesa humanidad contra el pueblo de Venezuela, para nada se trata de un eufemismo, mucho menos de una narrativa. Todo lo contrario ha sido una amarga y cruda realidad a la que se ha sometido a todo un país. Tan sólo por la ambición desmedida de una cúpula mafiosa y un pseudoliderazgo interno traidor y antivenezolano, como pocas veces se había visto.

Como vimos en la primera entrega, el objetivo real de esta estrategia es la «máxima presión» para un «cambio de régimen». Lo que se busca es precisamente eso: sacar del poder al presidente constitucional de Venezuela, Nicolás Maduro, mediante la asfixia económica.

Tras 6 años de aplicación, esta aberrada estrategia ha resultado un completo fiasco político. No obstante, en lo económico los daños son palpables y han afectado el día a día de todos los venezolanos. A escala macro las cifras son prácticamente increíbles: al descalabro de la producción petrolera (cayó 68,7% entre 2014 y 2019), hay que sumar que las reservas internacionales se desplomaron 70%  en el mismo período.

Cuando hablamos de reservas hay que aclarar que se trata de una especie de «colchón», para atender emergencias. Pero este recurso salvo en casos de conmoción no debería experimentar caídas tan bruscas. Para darse una idea de la magnitud de esta crisis inducida, baste decir el país perdió 15.477 millones de dólares (entre 2014-2019), pasando de US$ 20.080 millones a tan sólo US$ 6.633 millones.

Sólo en una guerra

En otras palabras, nuestro recurso de resguardo estratégico ha caído 22 trimestres consecutivos. Y en una proporción similar ha descendido la producción de crudo (nuestro principal producto de exportación). En un contexto semejante, a nadie puede extrañar que el Producto Interno Bruto (PIB) haya retrocedido 63%, según data recabada por el Viceministerio de Políticas Antibloqueo, a cargo de William Castillo.

Francisco Rodríguez, un economista insospechable de chavismo, como diría el querido profe Earle Herrera, grafica la dramática situación del país señalando que: Lo que sucede en Venezuela, producto del bloqueo sería el equivalente a tres grandes depresiones de los años 30. Esto porque el ingreso promedio per cápita representa actualmente un tercio de lo que era en 2013. Según el analista: «Un país rara vez sufre un deterioro tan precipitado del nivel de vida sin pasar por una guerra«.

El ensañamiento ha sido de tal, que a este cerco hay que agregar los fondos retenidos en bancos internacionales. De acuerdo con Castillo al 30 de abril de 2019, 41 bancos represaban 12% de los recursos birlados al país por el Guaidosismo (US$ 654 mil millones); siete bancos mantienen 36% (US$ 1.946 millones) y sólo 2 bancos el Novo Banco y el Bank of England, concentran US$ 3 mil millones.

Una agresión sostenida y multiforme como ha dicho la vicepresidenta Ejecutiva, Delcy Rodríguez, que incluye despojo de activos (Citgo y Monómeros), persecución de cuentas bancarias, saboteo al refinanciamiento de la deuda y bloqueo de las importaciones de rubros esenciales.

El pueblo paga

En toda guerra hay bajas. Y en esta aunque las bombas «son invisibles» y a pesar del esfuerzo titánico del gobierno nacional, los daños hechos a escala macro han tenido consecuencias de alto impacto en la esfera de lo micro. Es decir el día a día de las personas.

Y eso lo sabían bien tanto el presidente saliente de EE.UU., Donald Trump y sus más cercanos colaboradores. La infausta declaración del caballerito, William Brownfield, el pasado 12 de octubre de 2018 fue lapidaria:

“Debemos tratar esto como una agonía, una tragedia que va a seguir hasta que llegue a un final (…) y si podemos hacer algo para acelerarlo, debemos hacerlo, pero entendiendo que esto va a tener un impacto en millones de personas que ya están teniendo dificultades para encontrar alimentos y medicinas (…) No podemos hacer esto y pretender que no va a tener un impacto, tenemos que tomar una decisión dura, el fin deseado justifica este severo castigo».

Con su lógica genuinamente maquiavélica los halcones de la Casa Blanca y sus lacayos en Venezuela sabían que el daño no sería individual, como quisieron posicionar en los medios. Esta infame persecución financiera impacta a millones y ellos estaban plenamente conscientes. Y en el caso de Venezuela las «bombas invisibles» han dañado los logros de un modelo altamente inclusivo.

El primer blanco, quizás el más miserable es impedir que nuestro pueblo tenga comida en su mesa.

Todos contra el CLAP

En tal sentido, detalla el viceministro Castillo la nefasta administración Trump sancionó el programa de subsidio alimentario CLAP. Así se inició una «feroz persecución contra cuentas, recursos, embarques, funcionarios y empresarios, nacionales y extranjeros que contribuyen con este programa social«.

Por ello, de 52 buques que se importaban, con 1 millón 158.304 toneladas para producir rubros de la canasta básica y 368.679 toneladas, para producir alimento balanceado para animales; se pasó a 10 buques, con 131.596 toneladas para el primer ítem y 177.179  toneladas para el segundo.

Así, la disponibilidad de alimentos se redujo año, tras año, desde 2016. Afectada por la disminución de los ingresos públicos, el bloqueo y las «sanciones» contra la importación de alimentos básicos e insumos para la producción interna.

Esta reducción generó una caída en el patrón de consumo alimentario, afectando el valor de kilocalorías disponibles, durante los últimos 4 años. Igualmente, la cantidad de kilocalorías disponibles en los últimos 4 años se redujo 39%. Y la disponibilidad de proteínas bajó casi a la mitad en el mismo período. Un sórdido crimen.

«Estábamos en el vagón A y nos han sacado de allí, sin duda alguna, a pesar del titánico esfuerzo que ha hecho el presidente (Nicolás Maduro). Que ha hecho la revolución para enfrentar esta situación. El Clap se ha visto afectado, como todos lo sabemos en su cantidad y calidad por los efectos de la caída de los ingresos del Estado», apunta Castillo.

Exmandatarios miserables

La agresión contra Venezuela no proviene sólo de EE.UU., el hegemón ha logrado aglutinar a sus vasallos más aventajados en la cayapa contra el país. Así el viceministro Castillo recuerda cómo durante el gobierno del impresentable ex presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, se persiguió al Clap.

«Dos embarques millonarios de Venezuela para los CLAP fueron detenidos. Empresas mexicanas fueron investigadas y perseguidas por Peña Nieto por enviar alimentos a Venezuela«, señaló Castillo.

Otro tanto haría el no menos impresentable ex presidente colombiano, Juan Manuel Santos, quien detuvo un número importante de toneladas de pernil que se importarían del vecino país.

Santos también retuvo más de 400 toneladas de alimentos de los CLAP, que provenían desde Colombia. «Esto fue en los puertos, aeropuertos, bancos, en la frontera. El ataque, la guerra híbrida, el ataque multiforme que denuncia la vicepresidenta Rodríguez, se expresa en todos los aspectos de la producción y en todos los aspectos que inciden en la economía».

El poder de votar 

No obstante, gracias a un extraordinario esfuerzo financiero, logístico y comercial con escasos recursos, el gobierno nacional ha logrado mantener el subsidio alimentario a más de 6 millones de familias. «Contrapesando y aliviando el efecto de las sanciones. Este programa se encuentra sancionado por EE.UU«, sostiene Castillo.

Pero si atacar la comida de la familia venezolana resulta un acto repulsivo, maquiavélico y miserable, meterse con las medicinas del pueblo es igual o más deleznable. Esa otra arista increíblemente cruel del bloqueo la trabajaremos en una tercera y definitiva entrega de esta breve serie.

Como dijimos en el primer trabajo, lo reiteramos: la buena noticia es que estamos en la recta final de las elecciones parlamentarias 2020. El 6 de diciembre podremos castigar a estos bandidos, con el contundente poder del voto democrático y pacífico.

 


 

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