Indisciplina, salud mental y desahogo. Son tres temas, tan distintos ellos, los que rodearon la victoria de Venezuela ante Ecuador, la primera de Leo González en el banquillo de la Selección Nacional.
Así, en medio de un coctel de situaciones variopintas que no dejan de acosar al entorno Vinotinto, el grupo pudo reflejar con un resultado positivo, los buenos pasos brindados durante los primeros setenta minutos del encuentro ante Brasil, donde si bien se terminó perdiendo, se había señalado el camino con el juego mostrado.
Y hay sombras que no nos pueden impedir disfrutar de un triunfo en un escenario tan duro y complicado como el que se venía atravesando, pero que tampoco se pueden obviar en medio del análisis general del 2-1 ante Ecuador, más allá de que la victoria no tenga sustituto, como alguna vez pregonaron Lino Alonso y César Farías.
En un marco de público muy distinto al que había acompañado a Venezuela en sus dos últimos encuentros de local contra Argentina y Brasil, los pocos que acompañaron a la Selección (estos seguramente no vinieron a ver a Estupiñán o a Valencia) se llevaron un bonito premio a su valiosa inversión y a aguantar estoicamente bajo un aguacero. Un hermoso premio para ellos, para un grupo de jugadores que no se ha desmoronado ante tanta adversidad y malos resultados y que ha insistido en sacar el carro adelante, una y otra y otra vez. Y para Leo González, quien ya con una victoria en sus manos va acumulando méritos para que el apelativo “interino” desaparezca de una buena vez en cada ocasión que los comunicados oficiales federativos lo nombran.
En lo futbolístico, Venezuela no hizo su presentación más brillante. La continua alternancia de centrales por diversas razones forzadas, marcan una sensación lógica de inestabilidad defensiva que preocupa, más allá del correcto desempeño individual de los cuatro del fondo salvo otro elemento esencial en el eje de la retaguardia como lo es Fariñez, quien volvió a demostrar porqué debe seguir siendo el número uno.
Se ganó con nombres que son poco habituales en el pasado reciente y aunque su presencia obedezca a ausencias forzadas, se están ganando a pulso su consideración en la titularidad. Así como el batallón de relevo que acudió a la Copa América dejó claro que había alternativa para dejar bien en alto los colores de la bandera, hoy los Ronald Hernández, Nahuel Ferraresi, Adrián Martínez, Oscar González, Brujo Martínez, Eduard Bello, Eric Ramírez y hasta el mismo Adalberto Peñaranda, van pisando firme y será bien complicado que, sea quien sea, con los pergaminos que puedan enarbolar, le quiten un puesto en la selección. Porque el motor comenzó a funcionar y han sido ellos quienes fueron capaces de prenderlo.
Con Peñaranda de enganche en una posición no habitual para él, Venezuela parecía desaprovechar su fútbol, pero la soberbia actuación de Eduard Bello, una apuesta personal de Leo González, permitió que Venezuela sacara ventaja: el centro perfecto en el gol de Machís y el zapatazo de tiro libre, lo hizo la figura de la noche en que Soteldo no estuvo por razones que no van de la mano con el anuncio que a hora de almuerzo el mismo día de partido oficializó la FVF.
Me llamó la atención que, estando yo en el estadio en la tribuna principal, cerca de donde se sentaron los futbolistas no convocados, no viera a Soteldo por ningún lado. No creo que las molestias físicas sean tan graves que le impidan acudir al estadio a ver a sus compañeros. Los ruidos de indisciplina que la prensa comenzó a filtrar después del partido y su ausencia en la delegación que ya partió a Chile, indica que el hecho noticioso no es el que le relaciona con una lesión.
¡Qué lástima que un triunfo tan añorado y necesitado tenga estos matices! Si a la situación que involucra al mejor jugador de la Selección se suman las declaraciones de Córdova en sus redes sociales acerca de su salud mental y los insultos que recibió luego de su actuación ante Brasil que le obligaron a abandonar la concentración del seleccionado, haberle ganado a Ecuador, la tercera en la clasificación y que va embalada al Mundial de Qatar, tiene un valor duplicado.
Por eso, los tres puntos y la laboriosa victoria, son un desahogo. Que nada manche el momento porque el camino no lo hacen las hazañas, las alegrías esporádicas, sino la constancia y el compromiso de todos los involucrados. Es muy tarde, sí, para pensar en Catar, pero encontrar el rumbo que devuelva la competitividad y sobre todo, el prestigio ganado en un concierto tan difícil como Conmebol, será el valioso objetivo en los partidos por los puntos que quedan.
CARLOS DOMINGUES
Fuente: idiomafutve.com