Violencia hacia la mujer y femicidio, herida colonial de una sociedad patriarcal y machista impuesta | Dr. Pedro Alcalá Afanador

REComendados

Un texto sin contexto, se convierte en un pretexto, es lo que suele suceder cuando nos aproximamos a temas complejos, como la violencia hacia la mujer y el femicidio, un hecho social viejo, pero ocultado por siglos, hoy visibilizado, gracias al aporte teórico de la opción de-colonial que evita, tomemos el camino cómodo de la simplificación, disyunción y reducción de tan dramáticos hechos, distorsionando mediante la generalización y superficialidad, la herencia histórica y la determinación social del tema que trataremos.

Los pueblos de Abya Yala, como era denominado por nuestros pueblos originarios los territorios que hoy conocemos como América Latina, somos pueblos conquistados, colonizados y colonializados, a quienes se les impuso una lengua, una religión y una cultura; luego de 200 años de la gesta independentista de nuestros libertadores que nos hicieron soberanos como pueblos, no se logró, ni hemos logrado superar la colonización y la herida colonial sufrida, que en la actualidad, emerge bajo otras formas y medios llamada colonialidad, cara oculta de la modernidad occidental y capitalista (Mignolo,2001), que configura la crisis civilizatoria actual.

Luego de más de cinco siglos de la conquista de lo que Dussel (1992) denominó “1492 el encubrimiento…” coincidencialmente ese mismo año, el sociólogo peruano Aníbal Quijano, desde una “mirada otra” de-colonial, nos presentó su teoría sobre la colonialidad del poder en las dimensiones del trabajo, la autoridad, el sexo y la subjetividad, como patrón ideológico de dominación, de la cual se han derivado, la colonialidad del saber (Mignolo & Lander, 2000) como patrón ideológico que nos impuso eurocéntrica y anglocéntricamente cómo conocer, formar e investigar y nos invisibilizó mediante la colonialidad del ser como patrón ideológico de subalternización y sumisión (Maldonado Torres, 2005, Guerrero 2010) nuestra subjetividad, afectos y manera de sentir.

Es esa a grandes rasgos, la historia de situaciones o hechos psicosociales e históricos como la violencia hacia la mujer y el femicidio, como patrón instalado en la no conciencia, el “inconsciente o el preconsciente”, como lugar dinámico de la ideología en nuestra subjetividad alienada, en lo que el filósofo venezolano Ludovico Silva (1970), denominó, la plusvalía ideológica, “así como en las relaciones de producción… y en taller de la producción material capitalista se produce plusvalía…” en el taller de la producción espiritual dentro del capitalismo se produce una plusvalía ideológica”, cuya finalidad es fortalecer y enriquecer el capital ideológico del capitalismo y con ello, fortalecer una cultura alienada de nuestra subjetividad, que reproduce la colonialidad del poder, del saber y del ser.

De ahí que, en tiempos de crisis, si entendemos la crisis como “oportunidad y peligro”, en tanto nuestra subjetividad como plusvalía ideológica se encuentre menos alienada, optaremos por la oportunidad y emergerá de las catacumbas del inconsciente y preconsciente, lo más sublime y humano de nuestro ser, o por el contrario, si tomamos el camino del peligro, aflorará lo más instintivo y bestial de nuestro ser, la agresión que subyace en todo ser humano, como violencia y criminalidad hacia los congéneres, es la dialéctica de nuestra naturaleza y condición humana.

Por tanto, la violencia hacia la mujer o hacia el hombre en menor proporción, el femicidio u homicidio, se encuentra potencialmente en todo ser humano, independiente de su formación, educación, etnia, género, clase social o posición económica en la sociedad; lo que hay que identificar para promover o prevenir (evitar), es que condiciones de posibilidad políticas, económicas, socioculturales y psicológicas, son más favorables o menos favorables en la sociedad que hacen posible que la herida colonial como herencia que llevamos como colectivo social o como singularidad personal o familiar, emerjan en momentos de crisis, donde los rasgos de personalidad suelen acentuarse y hasta exagerarse, en nuestro comportamiento habitual cotidiano.

Con ello para finalizar esta rápida panorámica del tema que hemos desarrollado, lo que queremos puntualizar, es que no es conveniente generalizar en casos de violencia o femicidio, sino caracterizar singularmente cada situación, para no caer en generalizaciones estigmatizantes que profundicen la herida colonial de la que somos portadores como herencia de la conquista, colonización y colonialidad, que buscan parcializar y atribuir a sectores sociales con ciertas condiciones políticas, sociales, económicas y  culturales, fenómenos tan dramáticos como el femicidio, es continuar acentuando la dicotomía civilización o barbarie que atraviesa la historia de Abya Yala, estigmatizando a los bárbaros “negros, indígenas, pobres, marginales” y exonerando a los blancos, educados, clase media o alta; este fenómeno está presente en todo el espectro social y económico de nuestra sociedad, lo que sucede es que unos son más difundidos y publicitados que otros.

Dr. PEDRO ALCALÁ AFANADOR

Médico psiquiatra y sanitarista

[email protected]


 

- Publicidad -spot_img
- Publicidad -spot_img

Últimos Artículos

¿Y para qué preguntarnos? | Por: Carolys Helena

¿Y para qué preguntarnos? | Por: Carolys Helena En «La Vida del Espíritu», Hannah Arendt, una de las filósofas políticas...
- Publicidad -spot_img

Artículos Relacionados

- Advertisement -spot_img