14 de octubre: llámenlo por su nombre, Libertador de libertadores

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Un 14 de octubre del año 1813, en la gloriosa Ciudad de Caracas, se celebró el Cabildo Extraordinario; el mismo que llevó a Simón Bolívar al grado de Capitán General de los Ejércitos y otorgó el título de Libertador, máximo grado militar y honor en la historia republicana de Venezuela.

La acción política, militar y simbólica se llevó a cabo en la ciudad que lo vio nacer, que celebró sus triunfos y lloró sus derrotas, fue Caracas quien se llenó de gloria y regocijo al recibir a Simón Bolívar entrar triunfante luego de la victoriosa “Campaña Admirable”, fue el tercer año de la República y el Primero de la Guerra a Muerte cuando se celebró tan majestuoso acto, el mismo se llevó a cabo en la Iglesia de San Francisco, ubicada frente al antiguo Congreso Nacional en la avenida Universidad, esquina de San Francisco.

Ejército Neogranadino y sus “condiciones”

Posterior a la pérdida de la Primera República, Bolívar queda en la Nueva Granada (actual Colombia) desde donde se organizó con otros próceres de la independencia y solicitó al congreso neogranadino la concesión de un ejército con el cual derrotaría al imperio español quien se encontraba haciendo estragos en territorio venezolano. Dicho ejército fue concedido con la condición de que se liberarían territorios Neogranadinos primero.

Luego del paso del libertador por varias zonas neogranadinas controladas por el ejército invasor español, Bolívar lega a Cúcuta, desde donde planeó su entrada a Venezuela por la cordillera de Los Andes, allí sufrió junto a su ejército las condiciones adversas con los que lo recibió una zona como la andina, frío inclemente, montañas empinadas y resistencia española. Venciendo cada obstáculo y llegando a cada ciudad a luchar, liberar y continuar su travesía a Caracas.

Decreto de Guerra a Muerte

El 6 de agosto de 1813, Bolívar firma el famoso “Decreto de Guerra a Muerte” en Trujillo, con el cual logró congregar a los sectores venezolanos que aún se resistían a la República y con el cual libró las ultimas batallas para la conquista de la libertad. Posteriormente el 6 de agosto de 1813, entró triunfante a Caracas.

La Proclama del Cabildo

En 2 documentos históricos se puede apreciar la solemnidad con la que se celebró la entrada de Simón Bolívar a Caracas; y con la cual se tomó la decisión de proclamarle “Libertador”. En el documento del Cabildo Extraordinario se puede leer lo siguiente:

“Uniforme, pues, el voto de los concurrentes en ceñir la demostración al grado militar de que se ha hecho digno por sus servicios, sobre el de brigadier, que no debe a Venezuela, su patria; sino al ilustre Gobierno de la Nueva Granada, protector de nuestra libertad, y a determinarle un epíteto o sobrenombre que inmortalice su memoria en los anales de la América libre. La Asamblea, como órgano de la voluntad expresa y general que han manifestado los pueblos a quienes este invicto General y sus compañeros de armas han roto las cadenas; y que no pueden ver con indiferencia al Héroe Libertador con el sólo carácter de brigadier en que se ha mantenido por una consecuencia de su delicada moderación; cuando él mismo ha ascendido y condecorado con grados militares, aun de mayor jerarquía que el suyo a los que se han distinguido en la campaña; resolvió aclamar, como por el presente acto aclama solemnemente, al Brigadier de la Unión y General en Jefe de las armas libertadoras, ciudadano Simón Bolívar, por Capitán General de los Ejércitos de Venezuela, vivo y efectivo, con todas las prerrogativas y preeminencias correspondientes a este grado militar. También le aclama la Asamblea con el sobrenombre de Libertador de Venezuela; para que use de él como de un don que consagra la patria agradecida a un hijo tan benemérito”.

La respuesta del Libertador

Posterior a la entrega del acta del cabildo a Simón Bolívar, el ya proclamado Libertador le responde en una extraordinaria carta el 18 de octubre de 1813; donde refleja, en primer lugar, humildad y fraternidad con sus compañeros de armas:

“He tenido, es verdad, el honor de conducir en el campo de batalla, soldados valientes, jefes impertérritos y peritos; bastantes por sí solos a haber realizado la empresa memorable que felizmente han terminado nuestras armas. Vuestras señorías me aclaman Capitán General de los Ejércitos y Libertador de Venezuela; título más glorioso y satisfactorio para mí, que el cetro de todos los imperios de la tierra; pero vuestras señorías deben considerar que el Congreso de la Nueva Granada, el mariscal de campo José Félix Ribas, el coronel Atanasio Girardot; el brigadier Rafael Urdaneta, el comandante D’Eluyar, el comandante Elías; y los demás oficiales y tropas son verdaderamente estos ilustres libertadores. Ellos, señores, y no yo, merecen las recompensas con que a nombre de los pueblos quieren premiar vuestras señorías en mí; servicios que éstos han hecho”.

El Libertador culmina aceptando los grados conferidos por el cabildo diciendo:

“Penetrado de gratitud he leído el acta generosa en que me aclaman, sin embargo, Capitán General de los Ejércitos y Libertador de Venezuela. Yo sé cuánto debo al carácter de vuestras señorías, y mucho más a los pueblos, cuya voluntad me expresan; y la ley del deber, más poderosa para mí que los sentimientos del corazón, me impone la obediencia a las instancias de un pueblo libre; y acepto con los más profundos sentimientos de veneración a mi patria y a vuestras señorías, que son sus órganos, tan grandes munificencias”.

 

 

Con información de la Biblioteca Cervantes


 

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