Yaku: la máscara indígena que encubre al imperialismo yanqui en Ecuador

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El pueblo ecuatoriano se enfrentará en abril de 2021 a una segunda vuelta para la elección de Presidente y Vicepresidente por el período 2021-20125. En este balotaje se medirán dos binomios, uno conformado por Andrés Arauz y Carlos Rabascall, de tendencia progresista, y otro con mayor votación en la primera vuelta que hasta ahora pareciera ser el conformado por los candidatos Carlos Ranulfo Pérez Guartambel (“Yaku Sacha” Pérez Guartambel) y Virna Cedeño, ambos apoyados por el Partido Pachakutik.

En este último binomio resalta la figura de Pérez, un candidato construido a la medida, ideado para ir a la conquista del poder a través de la destrucción de la verdad, del razonamiento lógico; un actor político que no tiene reservas en mentir descaradamente y que ha construido toda una arquitectura falsa, con una distorsión deliberada de los hechos e invención con fines propagandísticos políticos.

Verdadera identidad

El verdadero nombre de Yaku Pérez es Carlos Pérez Guartambel; pero al igual que Jair Bolsonaro optó por un cambio de nombre para estar más cónsono de manera identitaria con sus seguidores. En el caso de Bolsonaro, tras un bautismo en la religión cristiana evangélica, cambió su nombre agregándole “Mesías”. De esta manera, se convertiría en el “enviado de Dios”, una mentira que logró satisfacer ampliamente a la red de iglesias evangélicas que lo apoyan, que están diseminadas en los sectores populares de Brasil y que fueron uno de sus principales promotores de su propaganda política.

Por su parte, Carlos Pérez cambió su nombre por el de Yaku , un palabra kichwa que significa “agua de monte”, la cual calza perfectamente con su mensaje sustentando en la lucha ecologista, además de llegarle a los sectores de las naciones indígenas. Paradojalmente Yaku Pérez apoyó durante 11 años la contaminación de las aguas de la Provincia de Azuay, en Cuenca, que afectaron los ríos Tomebamba y Yanuncay.

Robo de símbolos ancestrales

Pérez Guartambel en reiteradas veces ha manifestado abiertamente su vinculación con Estados Unidos, ha declarado que recibe llamadas desde la embajada de estos, pero, aunque esta deliberadas declaraciones nos asombren, para sus seguidores puede ser una señal de prestigio y de poder. Es el mismo lenguaje desenfundado de Bolsonaro o de Donald Trump en sus épocas de candidatos, sin sonrojarse por decir que son homofóbicos o racistas.

Lo que está detrás de Carlos Pérez es un complejo aparato político que lo sostiene, el cual no se limita solo al financiamiento, sino a una asesoría total, planificada y bien pensada en todas sus estrategias. Este aparataje se pone en marcha detectando los sectores de la población en los cuales hay descontento, resentimiento, exclusión, falta de participación, que están despolitizados y que carecen o no se sienten representados en el ágora política. En el caso de Donald Trump, este sector está caracterizado por una clase media y determinados gremios obreros, que carecían de símbolos, entusiasmo, apego colectivo, protección, empleos seguros y prioridades.

Analizando la construcción del candidato Carlos Pérez, este sector está representado por los pueblos originarios y sus nacionalidades, además que tratan de aglutinar a otros los sectores (mujeres, trabajadores, entre otros) haciéndose partícipes de sus luchas. Con ello Pérez y sus asesores se apropian de toda la simbología y la cosmovisión ancestral, entre otros, de la Whipala , la Minka, los cuatro elementos de la “Chakana cósmica”: Samay (Aire), Allpa (Madre Tierra), Nina (Fuego) y Yaku (Agua). Además de ello explota al máximo todos los temas que son un punto de inflexión en su adversario más cercano que es el correísmo.

Ni izquierda, ni derecha, ecosocialismo capitalista

A nivel ideológico tanto en Estados Unidos como en Europa se ha venido desarrollando un tipo de pseudosocialismo, que no es al que hemos estado acostumbrados. El cual tiene unas características propias no es comunista en absoluto, porque no cree en las decisiones asamblearias, colectivas, horizontales, pero que es aún menos liberal, ya que rechaza la globalización, y que ni siquiera es fascista y antiimperialista. Todo esto encaja perfectamente en la elaboración del candidato Pérez declarándose favorable al capitalismo, adverso al progresismo y abiertamente imperialista. Esto pudiera ser una contradicción al ser un candidato indígena, pero que sus seguidores aceptan porque lo que realmente importa es “parecer poderoso” sin serlo; es la construcción de una narrativa en la cual los medios de comunicación y el impacto mediático tienen su peso fundamental. Son estrategias bien razonadas que nos recuerdan a Steve Bannon, las cuales han sido adoptadas por candidatos en otros países, para destacar en la arena política.

En su propuesta de gobierno, Pérez Guartambel habla de un ecosocialismo, una propuesta totalmente incompatible con el capitalismo, pero un razonamiento como este poco le interesa ni al candidato ni a sus seguidores.

El ecosocialismo sostiene que la producción debe orientarse a reparar el daño a los ecosistemas, dando por sentado que el “modo de producción capitalista” está llevando al planeta entero al colapso. Es decir, la sociedad capitalista y su concepción de la economía están bajo la premisa perenne del afán de lucro. Lo que hace Pérez es tomar lo que interesa del ecosocialismo, es decir, la premisa de la creación de una sociedad sin divisiones de clase que vive en una especie de armonía y equilibrio con la naturaleza. El hecho de que el capitalismo destruye este equilibrio y que ambos conceptos representan dos mundos totalmente irreconciliables, no le interesa a Pérez. No hay razonamientos lógicos, existe solo manipulación para confundir a los electores, e incluso a algunos sectores de la izquierda que ven en este candidato el renacer de una cosmovisión ancestral.

Un defensor del agua con un pasado minero

Reiteradamente Pérez ha afirmado que está en contra de la minería, pero en su pasado reciente hay pruebas irrefutables de que fue abogado patrocinador de concesiones mineras en las provincias del Cañar y Azuay. De acuerdo a la Agencia de Regulación y Control Minero (Arcom), en 1999 Pérez fungió como representante legal de empresas mineras Barzallos Services LTDA, Gemrocks Cia Ltda, Remieq y asociados, encargándose de realizar y cumplir con todos los trámites que se solicitan para conceder las concesiones mineras, sean estas metálicas o no metálicas.

Aunque Pérez ha declarado que representó a campesinos, por el contrario, documentos oficiales reseñan que se trataba de Geovanny Neptali Barzallo Pesantez, un poderoso asesor minero, y Óscar Bolívar Tuquemes Pauta, que, de acuerdo a los registros, aparece como contratista en los años posteriores cuando Pérez era Prefecto de Azuay. Los casos en los que estuvo involucrado el ahora candidato presidencial se encuentran archivados en el Sistema de Gestión Minera (SMG) bajo su anterior nombre, Carlos Ranulfo Pérez Guartambel, una forma también de esconder su pasado no indigenista y hacer desaparecer sus operaciones a favor de la explotación minera.

Dinero fresco desde el imperio

Con 50 años dentro de Ecuador la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) está arraigada territorialmente, aunque haya retirado en 2014 sus oficinas de Quito y, como lo señala en su página oficial, el presupuesto para este país ha sido a lo largo de estos años de unos 788 millones de dólares, cantidad no despreciable que le ha permitido maniobrar internamente. Este dinero ha servido y sirve para financiar ONG’s, partidos y actores políticos como la ONG Yasunidos y el Partido Pachakutik, que sostiene a Carlos Pérez.

La Usaid fue creada en 1961 especialmente para evitar el avance del comunismo y evitar que revoluciones como la cubana triunfaran en los países que Estados Unidos consideran su patio trasero. Sus operaciones van desde la penetración en los territorios con la fachada de ONG y, con el apoyo de aliados internos, la conformación de grupos irregulares armados para propiciar la desestabilización de gobiernos progresistas legítimamente constituidos, pero a su vez mantener el control a través del terror y la extorsión. Esta es la realidad que se vive en la región de Azuay, en donde Carlos Pérez Guartambel es una especie de líder supremo de estas bandas delictivas. Hay numerosos testimonios documentados de habitantes de la Parroquia Molleturo, en las comunidades de San Pedro de Yumate, Bella Unión, Pan de Azúcar y Tres Marías, que han denunciado los vínculos de Pérez Guartambel con estos paramilitares que han llevado a cabo numerosos hechos delictivos, entre ellos agresiones a miembros de la policía nacional con armas cortas y largas, secuestro, violencia, amedrentamiento y terror contra los pobladores, quema de campamentos mineros que se niegan a pagar peaje, entre otros. Uno de los casos más clamorosos fue el secuestro y tortura en 2018 del expresidente de la junta parroquial de Molleturo Salustino Gutama, acción ocurrida horas después que Gutama había hecho declaraciones en contra de Carlos Pérez Guartambel. Asimismo, es ampliamente conocida la vinculación del actual candidato del Partido Pachakutik con delincuentes de alta peligrosidad como Arcelio Misacango, acusado de haber cometido asesinatos a sangre fría.

Hoy en día solemos repetir la frase de Nietzsche “no hay hechos, solo interpretaciones”; pero que sean los hechos y sus interpretaciones los que nos conduzcan hacia lo real, la verdad, que finalmente es la que más temprano que tarde desmiente toda la narrativa construida para engañarnos.

Publicado en correodelalba.org


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