Wiphalazo llenó las principales ciudades de Bolivia

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El oficialismo boliviano dio una muestra de su poder de movilización con masivas concentraciones en las principales ciudades del país en defensa de la wiphala y en rechazo al paro llevado a cabo por la oposición el lunes. En ese sentido, el presidente Luis Arce le advirtió a «la derecha golpista y asesina» que si no está dispuesta a respetar el mensaje de las urnas «el pueblo se va a hacer respetar en las calles». Funcionarios estatales, campesinos, indígenas y obreros afines al MAS se concentraron en distintos puntos de Bolivia para marchar por el llamado «wiphalazo».

El acto de desagravio a la bandera que representa a los pueblos originarios se debió a que, en septiembre, una wiphala que había sido izada por el vicepresidente David Choquehuanca en Santa Cruz, bastión de Luis Fernando Camacho, fue luego retirada por sectores afines al gobernador.

Arce de gira por La Paz, Cochabamba y Santa Cruz

«Tenemos a un pueblo que va a hacer respetar su voto. Si no quieren respetar las urnas, vamos a hacernos respetar en las calles», afirmó Arce, quien lamentó que la oposición «haya convocado a que nuevamente se maltrate a la gente», en referencia al paro del lunes. Para el mandatario, «nuevamente acciona el fascismo y el matonaje, porque lo que no pudieron ganar en las urnas quieren hacerlo a través de grupos mafiosos y grupos criminales», pero el pueblo «otra vez les dice que no lo va a permitir».

Arce fue el orador en tres de las coloridas y ruidosas concentraciones convocadas por organizaciones afines al gobierno en La Paz, Cochabamba y Santa Cruz, pensadas como contracara del paro dispuesto un día antes por los comités cívicos de aquellos departamentos en manos de la oposición. En La Paz, el acto fue en la céntrica plaza San Francisco, después de que miles de militantes y seguidores se reunieran en El Alto, a las afueras de la capital institucional, mientras que en Cochabamba la concentración llenó la plaza San Sebastián.

Al vicepresidente Choquehuanca le tocó encabezar el acto en Oruro, donde acompañó a las columnas en su recorrido por las calles centrales de la ciudad, y consideró que el pueblo debe «sentir orgullo» por su pelea para consolidar la unidad. «Somos aymaras, quechuas, guaraníes, mojeños y chiquitanos. Todos los bolivianos llevamos esa sangre y hoy queremos manifestar orgullo por nuestra cultura», expresó Choquehuanca entre ritmos típicos de la región.

La multitudinaria convocatoria se repitió en otras ciudades como Yacuiba, Trinidad, Riberalta o Sucre. Las marchas del wiphalazo estuvieron motorizadas por la Central Obrera Boliviana (COB), la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos (CSUTCB), la Confederación de Mujeres Campesinas Indígenas Originarias (popularmente conocidas como las «Bartolinas») y el Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyu (Conamaq).

Después de patear las nutridas calles de La Paz, Edmundo Juan Nogales Arancibia destacó que casi todas las movilizaciones oficialistas tuvieron una capacidad de convocatoria mayor a las de años atrás. «Esto tiene que ver por el sentimiento de agravio que ha generado Luis Fernando Camacho y la derecha cruceña», aseguró a Página/12  este joven que elige definirse como un «militante del proceso de cambio» y agregó: «Los mensajes que se han manejado en departamentos como Oruro y Santa Cruz son de no al pactismo, no a la reconciliación con la derecha, sino que cualquier asunto de paz debe pasar primero por la justicia y se debe enjuiciar a aquellos que fueron responsables de las masacres de Sacaba, Senkata y Huayllani, y por supuesto del golpe de Estado».
La jornada también dejó como anécdota un berrinche opositor: la diputada de Comunidad Ciudadana (CC), Luisa Nayar, denunció que los viajes de Arce para participar en los tres actos del martes le costarán al Estado unos 7.200 dólares, aunque no generó demasiada atención. Y el Comité Nacional de Defensa de la Democracia (Conade), que convocó al paro del lunes, aprovechó el día festivo para anunciar que el miércoles convocará a una asamblea para evaluar la medida de fuerza y planificar otro paro, esta vez de 48 horas.
Nogales Arancibia remarcó que el único departamento en el que el lunes la derecha logró llevar adelante un paro «a medias» fue en Santa Cruz. «En el resto del país los puntos que intentaron instalar fueron levantados por la militancia del MAS y sectores populares que se organizaron para no dejar que se instalen puntos de bloqueo. La policía mantuvo cierto nivel de orden y aprovechaba los enfrentamientos para dispersar a los grupos y abrir las vías», planteó quien forma parte de la Escuela Socialista Comunitaria, un espacio de formación política.

El desagravio a la wiphala

La concurrida protesta del MAS y sectores afines fue convocada luego de que el 24 de septiembre, cuando se desarrollaban los actos protocolares por los 211 años de la «gesta libertaria» de Santa Cruz, el ministro de Gobierno Eduardo del Castillo sacó de uno de sus bolsillos una wiphala para que el vicepresidente Choquehuanca la izara. La misma fue retirada más tarde por asambleístas de Creemos, el espacio liderado por el gobernador Camacho, en otro gesto de rechazo al sentimiento popular.

En tierra cruceña, cuna de la oposición más reaccionaria, llamó la atención la alta convocatoria de este martes. «Santa Cruz no es nuestro principal espacio de movilización pero, dado el crecimiento demográfico en el departamento, es importante tener presencia política», explicó Nogales Arancibia, quien destacó que la Central Obrera Boliviana (COB) le dio mucha importancia al centro comercial del país.

Lejos de dar por concluida la polémica en torno al símbolo patrio, el presidente del Comité Cívico Pro Santa Cruz, Rómulo Calvo, calificó de «trapo sin representación» a la wiphala y pidió no ser «cuervos» de quienes se sumaron a la convocatoria popular. «Un trapo no hace nada, un trapo no nos representa», expresó Calvo este en martes en una rueda de prensa, y a quienes se manifestaron en la región los llamó «gente malagradecida» al pedirles respeto por la tierra que les dio sus «mejores días».

El ministro de Salud y Deportes, Jeyson Auza, aseguró a este diario que «no hay mejor momento para reivindicar este proceso de descolonización que llevamos adelante y decirle al pueblo boliviano que nuestra esencia como pueblo está viva, tenemos más de 500 años de resistencia y podemos resistir muchos más, no vamos a permitir que desubicados estén ofendiendo, le guste o no un símbolo patrio reconocido por nuestra Constitución». Auza destacó que «nuestra tricolor no es ninguna capa para estarla utilizando en bloqueos de algunos cuantos políticos que quieren nuevamente convulsionar el país», por lo que exigió respeto.

La wiphala es un símbolo sagrado y ancestral que identifica el sistema comunitario basado en la igualdad, la armonía y la solidaridad de los pueblos originarios. Con el tiempo se convirtió en un potente emblema de la resistencia en Bolivia. Es por eso que, en las calles del país, este martes resonó con fuerza el tradicional grito de: «¡La wiphala se respeta, carajo!».


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