El imperio estadounidense, en medio de la pandemia mundial que azota a la humanidad y habiéndose convertido recientemente en el epicentro de la misma por el elevado número de casos y fallecimientos, sumado a un sistema de salud pública obsoleto, continúa, insiste y recrudece sus acciones contra Venezuela.
No se trata de una política nueva. Es la misma política de seguridad hemisférica impulsada por los Estados Unidos y apoyada desde 1823 por la Doctrina Monroe, sustento filosófico del accionar internacional de este país hacia el hemisferio sur de América.
La doctrina de seguridad hemisférica de EE.UU. desde el siglo XIX establece que América Latina, es una región cundida de delincuencia, narcotráfico y crimen organizado; y que por tanto, debe ser prioridad el resguardo de la misma por parte de los Estados Unidos como una «misión salvadora». No es casualidad la producción de la industria cinematográfica de Hollywood, que fortalece esta visión de la región en la opinión pública, para implantar un patrón de pensamiento que permita justificar cualquier acción intervencionista.
La realidad es que América Latina es la región con mayor biodiversidad del planeta, ubicada en la Amazonía, con la mayor reserva de agua del planeta ubicada en la triple frontera y con las mayores reservas de oro y petróleo del mundo, ubicadas en Venezuela. Todas estas, representan materia prima para la subsistencia del modelo de consumo capitalista.
A partir de la llegada de la Revolución Bolivariana en el año 1999, comienza la redimensión de América Latina en la geopolítica mundial, con el impulso de una política internacional basada en la construcción de un mundo multipolar que permitió a la región presentarse ante el concierto internacional como un sólo bloque de poder.
Esto debilitó la influencia de Estados Unidos que históricamente tuvo a América Latina como su “patio trasero”, a través del resquebrajamiento de la soberanía de estos países que seguían al pie de la letra las órdenes del amo del norte, impulsando dictaduras militares y políticas neoliberales bajo los preceptos del esquema internacional de financiamiento imperial: el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.
En este sentido, no es de extrañar la última arremetida imperial con la sarta de mentiras contra Venezuela que no surgieron en los últimos días, sino que al contrario de esto, está sustentada en una doctrina de seguridad nacional que Estados Unidos mantiene desde sus orígenes.
Las mentiras de Trump
En este orden de ideas, se procede a desmentir lo que viene rodando con más fuerza desde el día de ayer, cuando el imperialismo en un ejercicio de cinismo, altanería y cobardía establece que Venezuela es un «Estado forajido» y que defiende el narcotráfico.
- Colombia es el mayor productor de cocaína del mundo. Según informe anual de la Oficina de la ONU contra la droga y el delito, la producción “estuvo liderada por el incremento de la elaboración de cocaína en Colombia, que produce cerca del 70% de la cocaína mundial”. En el año 2017 pasó de producir el 25% a producir esa cifra alarmante del 70%. Esto a pesar del establecimiento de las 7 bases militares estadounidenses, cuya justificación fue la lucha contra la droga en este país. El gobierno colombiano es el mayor aliado del gobierno estadounidense en la región.
- Estados Unidos es el mayor consumidor de droga del mundo. Esto fue reconocido por Rex Tillerson en el año 2018 en un encuentro con la canciller peruana Cayetana Aljovín, donde afirmó: “Tenemos que reconocer que nuestro país es el mayor consumidor de drogas ilícitas. Desde ahora comenzaremos a trabajar en ese problema”. Por supuesto, no han comenzado a trabajar en ese problema.
- Según la Oficina de la ONU contra la droga y el delito, las rutas de distribución de cocaína en el mundo, no incluyen a Venezuela. A continuación el mapa elaborado por la organización:
- Venezuela ha capturado una gran cantidad de capos de la droga en los últimos años. En la lista: Daniel “el loco” Barrera, Maximiliano Bonilla Orozco, Hector Buitrago “Martín Llanos”, Diego Pérez “Diego Rastrojo”; todos entregados posteriormente a las autoridades colombianas y estadounidenses.
De esta manera, el discurso de Estados Unidos sobre Venezuela, cae de rodillas ante las evidencias históricas y las investigaciones expuestas por organismos internacionales. La geopolítica internacional de los Estados Unidos como lo dijera el Presidente Nicolás Maduro es manejada por Trump como “un extorsionador de las mafias neoyorquinas que él manejó desde la empresa inmobiliaria en Estados Unidos”.
Sin embargo, la geopolítica mundial se mueve y el mundo se está reconfigurando ante una realidad de pandemia mundial que entre otras cosas ha demostrado qué países están a la vanguardia, no sólo del avance científico mundial, sino del respeto y valoración de la vida. Este escenario se está traduciendo desde el punto de vista económico y en las relaciones internacionales, en una nueva reconfiguración que asoma a la caída del modelo hegemónico unipolar.