En una conferencia internacional efectuada en Berlín, Alemania, la semana pasada, un empresario del sector agrícola colombiano relataba cómo el terror irrumpió en su empresa exportadora de bananos y entre sus colegas productores de flores y de aguacates cuando, producto del enfrentamiento vía redes sociales protagonizado por los presidentes Gustavo Petro, de Colombia, y Donald Trump, de Estados Unidos, se paralizaron en un segundo las operaciones comerciales entre ambos países.
Que Petro le reclamara a Trump los procedimientos inhumanos con que se castiga a los inmigrantes capturados y devueltos encadenados a su país en aviones militares ocasionó que este último amenazara con aplicar 25% de aumento a los aranceles de los productos colombianos que se consumen en el mercado estadounidense. Y aunque todo terminó en una aparente sana paz, luego de que el mandatario neogranadino aceptara los términos impuestos desde el norte, el miedo sigue rondando por esos lares.
Pero no solamente por ahí cerca: algo similar ocurre cruzando el Atlántico. La Unión Europea está preocupada por el futuro de su comercio e inversiones tras la llegada al poder del político-showman estadounidense. Y ante la nueva realidad, con fecha de vencimiento de al menos cuatro años, miran nuevamente, y con mayor interés, hacia América Latina, así como también —con cierto rubor y premura— hacia China.
Empresarios de Europa y América Latina que enmudecieron o, peor aún, que apoyaron activamente o con su silencio las agresiones contra la República Bolivariana de Venezuela descubren, de pronto, cómo puede desaparecer en un instante la zona confortable en la que estaban. Producto de un cambio de mando en el trono imperial, se les mueve el piso peligrosamente. Claman ahora por el respeto al derecho internacional y la sana convivencia entre las naciones.
¿Optarán esos gobiernos por seguir el camino de la vergüenza en el que ya andan algunos mandatarios centroamericanos? ¿O aprenderán, siquiera un poco, de la resiliencia de pueblos como el venezolano, el cubano o el ruso, vencedores de las sanciones criminales?
