El camino hacia la unidad opositora se sigue presentando como una cuesta que nadie puede subir. El más reciente encontronazo lo protagonizaron la gobernadora del Táchira, Leidy Gómez y el diputado de la Asamblea Nacional en desacato, Williams Dávila. El motivo: la primera está de acuerdo con presentarse en las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre de 2020 y el segundo lo considera inaceptable.
El resultado, previsible por demás, pero no por ello menos paradójico, ha sido la expulsión de Gómez del partido Acción Democrática. Es decir, un partido, cuyos orígenes fueron las luchas contra férreas dictaduras, por conquistar el derecho del voto, en la actualidad expulsa uno de sus cuadros militantes, por el “pecado” de querer votar.
#VÍDEO ? ¿Ahora votar es un delito?
Lo que dice la Gobernadora adeca Laidy Gómez (@laidygomezf) sobre participar en las elecciones del próximo #6Dic pic.twitter.com/kCIASaJ2T8
— REDRADIOVE (@RedRadioVe) August 28, 2020
La mandataria regional tachirense ha expresado su malestar de este modo: “Entonces andan ellos peleando que si votan o si no votan, pero cuando ellos sean candidatos, ahí sí salen a pedir votos. No sólo se sale cuando se piden votos. Hoy es un momento que nos obliga a salir a la calle a atender al pueblo. Porque es probable, que quienes hoy dicen que no hay que votar, porque es un delito, entonces el año que viene salen a pedir votos y ahí sí salen a hacer campaña”, aseveró Gómez.
La dirigente ha señalado también que fue electa diputada a la Asamblea Nacional en 2015 y como gobernadora del estado Táchira en 2017, con el mismo Consejo Nacional Electoral (CNE), que tanto ha cuestionado la facción radical que apoya el abstencionismo. La tesis de Gómez, parece confirmar lo que muchos analistas y personas de a pie piensan desde hace rato: si realmente se hace el trabajo político y se tiene el respaldo popular, sí se pueden ganar elecciones. Lo que pasa es que esta oposición ni hace el trabajo proselitista, ni goza de la aceptación de la gente.
Chicha o limonada
Por su parte Dávila, quien también es secretario político del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) de AD acusó a Gómez de estar indefinida políticamente. “Automáticamente está autoexcluida, porque cómo puede estar aliándose en los dos lados. Yo soy adeca, pero no sigo los lineamientos del partido. (…) Llegó el momento del llegadero, como decimos en mi tierra. O estás aquí, o estás allá, así de simple. Y si estás en el lado equivocado, los que se equivocan en política asumen sus propias consecuencias”.
Las palabras de Dávila parecen premonitorias, pero como advertencia para la opción abstencionista que él mismo encabeza. Y esto porque cada vez que la oposición ha optado por el camino de sabotear la institución del voto, el resultado ha sido uno sólo: fracaso rotundo.
Ya les pasó en 2005 cuando intentaron por primera vez esa táctica y se autoinfligieron un harakiri político sin ninguna honorabilidad. El denominado G-4 (AD, Voluntad Popular, Primero Justicia y Un Nuevo Tiempo), y poco más de una veintena de minúsculas organizaciones partidistas, han reiterado su disposición de lanzarse al abismo de la abstención. Dicen por ahí que el hombre, es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, parece que es verdad.