El Guaidosismo en Estados Unidos está en baja. El presidente de ese país, Donald Trump, no desperdicia oportunidades para dejarlo bien claro. Sin embargo, sus satélites de la Unión Europea (UE), al parecer, tienen la orden de darle algo de oxígeno al diputado, Juan Guaidó, luego de semejante seguidilla de fracasos y escándalos de corrupción.
Y es que la UE por un lado pide dialogar y por el otro lanza amenazas. A tan sólo algunos días de que su canciller Josep Borrell, solicitará a su homólogo venezolano, Jorge Arreaza, abrir un compás para las conversaciones, han retomado el camino de la hostilidad en el plano comunicacional.
Cartas marcadas
En esta oportunidad, la ministra española de relaciones exteriores, Arancha González Laya, ha declarado a la principal agencia de noticias alemana. Ha dicho que las elecciones parlamentarias del próximo 6 de diciembre deben ser «democráticas, legítimas y limpias«. De lo contrario el máximo foro europeo declarará su desconocimiento.
En un conocido juego de barajas a esto le llaman jugar con cartas marcadas. ¿Cuál es ese poder que se arrogan estos gobiernos europeos para certificar resultados?, ¿Son algún ejemplo ellos de democracia? Cuando varias de sus naciones conservan vetustas monarquías, envueltas en resonantes escándalos de corrupción.
Como decía el Comandante Chávez, por más que se tongoneen de lejos se les ve el bojote imperialista. Desde ya queda claro no hay una verdadera voluntad de diálogo entre los Estados principales del llamado viejo continente.
Sobre todo, cuando el embajador de España en el país, Jesús Silva, aparece seriamente comprometido con la temeraria aventura de la operación Gedeón. Pero lejos de producirse alguna rectificación, se mantiene el tono amenazante de las declaraciones.
Por su parte, Borrel, según reseña la misma agencia alemana, estaría realizando activas gestiones para convocar un grupo de Contacto Internacional con otros actores clave, como el tristemente célebre Grupo de Lima.
Es importante recordar que fue el propio Borrell quien solicitó al canciller venezolano, Jorge Arreaza, que se frenará la expulsión de su embajadora en Caracas, Isabel Brilhante Pedrosa. Petición que el presidente constitucional de Venezuela, Nicolás Maduro, aceptó para darle «un chance a la paz».
Campañas de mentiras
En días previos la Unión Europea había emitido varias sanciones contra altos funcionarios venezolanos, lo que fue respondido desde Miraflores con una expulsión de la embajadora Brilhante Pedrosa. Decisión que luego fue reconsiderada a solicitud expresa de la Unión Europea.
Como suele suceder, este hecho pretendió ser desvirtuado por la mediática internacional. Se hizo ver que el gobierno del presidente Maduro había echado para atrás por iniciativa propia. La propia agencia alemana que recoge las declaraciones de González Laya ha sido un potente altavoz de las cientos de campañas e infamias que se han lanzado contra el país en exterior.
Habrá que ver qué respuesta da la diplomacia venezolana a estas nuevas intromisiones de representantes europeos en asuntos internos del país, que violan los más elementales principios de respeto a la soberanía y autodeterminación de los pueblos.