Oscar Pérez: un «héroe» de utilería para cándidos y engañados

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Las redes sociales, esa nueva ágora tan etérea y volátil, hoy pusieron sobre el tapete a un sujeto del que no hay nada que decir. Más allá de la espectacularidad hollywoodense que quisieron imprimirle a este personaje, la verdad es que no pasa la prueba de los 2 puntos. Como dice el insigne escritor venezolano, Luis Britto García, usted coloca Oscar Pérez y luego: … Entonces comienza un verdadero calvario. Y es que en verdad se trata de un individuo completamente anodino, tanto personal como profesionalmente. El perfecto «héroe» de utilería para cautivar a cándidos y engañados.

Sin embargo, a un sector opositor tan huérfano de liderazgo, no le queda más remedio que recurrir a este tipo de «mártires» de laboratorio. Así se pretende subir al menos un poquito la decaída moral de unos militantes, engañados y vejados sistemáticamente.

En materia de líderes, la oposición se ha quedado en la nada total. Las sucesivas traiciones y/o fracasos estruendosos de Julio Borges, Henry Ramos Allup, Leopoldo López, Antonio Ledezma, Henrique Capriles Radonski y María Corina Machado, entre otros. Y ahora más recientemente, el papelón de un sujeto como Juan Guaidó. Un «dirigente» que ha dado rienda suelta a una especie de «hambre atrasada», para despalillar los bienes patrimoniales del país en el exterior. Con semejante cuadro dantesco, a nadie sorprende que los opositores estén atomizados, desmovilizados y aletargados, como nunca antes.

Luces, cámaras, acción …

En ese contexto tan penoso, la mediática trata de sacarse del sombrero de mago la figura de Oscar Pérez. Un sujeto dado de baja, un día como hoy, en la madrugada de un 15 de enero, pero de 2018. Este hombre que se promovía como una especie de súper agente policial, se enfrentó con los cuerpos de seguridad. Esto, porque el «Rambo» criollo estaba siendo investigado por estar abiertamente involucrado en diversas acciones terroristas.

Pérez y su banda abrieron fuego contra funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), de la Dirección General de Contra Inteligencia Militar (DIGCIM) y de la Policía Militar. Los efectivos cercaron aquella zona de El Junquito y Pérez resultó abatido.

Ya había alcanzado una triste notoriedad, tras robar un helicóptero (de la Base Aérea Venezolana) y sobrevolar con una granada la sede del Ministerio Público y el Tribunal Supremo de Justicia. Justo donde funcionaba un preescolar. Eso fue el 27 de junio de 2017.

Igualmente Pérez, junto con con el ex oficial, Juan Carlos Caguaripano, arremetió contra el Fuerte Militar Paramacay ubicado en Valencia. Aquella fue la denominada «Operación David».

Ladrón y terrorista

También participó en el robo armado de una sede de la Guardia Nacional Bolivariana, en San Antonio de los Altos (Miranda). Y se le atribuye la constitución de una célula terrorista. Grupo que estaría planificando ataques paramilitares, contra del Gobierno y la «sociedad civil».

Todo un prontuario delictivo. Pero como se dijo al inicio nada que mostrar desde el punto de vista profesional, académico o laboral. Algunos minutos antes de ser dado de baja, Pérez difundió parte del enfrentamiento, a través de sus redes sociales. Y eso contribuyó a darle cierto realce al deslucido personaje. Pero sólo en el mundo digital.

Hoy, en el país real, nadie lo recordó. Como suele pasarle a los héroes de utilería, estos no resisten el paso del tiempo. A falta de una obra y un mensaje languidecen en la memoria colectiva, hasta extinguirse por completo. Sólo algunas viudas de Punto Fijo intentaron revivir las «glorias» de un personaje totalmente desprovisto de grandeza.

El problema es quienes trataron de «ayudarle», están hundidos en un lodazal de ignominia aún peor. Para muestra este botón:

Cómo puede atreverse a hablar de moral, quien en si mismo es una oda a la inmoralidad. Sujetos como Antonio Ledezma, que caen rendidos ante el paramilitar mayor, Álvaro Uribe, no deberían ni hablar. En realidad, ya sabemos cómo piensan y a quiénes representan.

Estas personas (Ledezma) no creen en la democracia y desprecian profundamente al pueblo. Su único credo es el terror, que infunden a través de matones a sueldo. Como el caso de este tristemente célebre héroe de utilería, quien en vida no pasó de ser un simple mercenario. Un tonto útil para una sangrienta maquinaria paramilitar de la muerte.

 

 


 

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