Ernesto Villegas presentó este domingo en su programa Aquí con Ernesto Villegas, a quien quizás parece su entrevistado más discreto entre todos los que ha tenido hasta ahora. Se trató de un ciudadano de Caracas cuyo nombre tampoco insinúa a la audiencia desprevenida la importancia de su testimonio.
Ese hombre común es Omar Marcano, una extensión sanguínea hasta nuestros tiempos del linaje más glorioso de nuestra historia: sobrino nieto quinto de Simón Bolívar; y nieto quinto del General José Laurencio Silva, quien se casó con una hermana de El Libertador.
En su cédula no queda rastro de ninguno de los apellidos de los próceres, pero conserva dentro de sí algo mejor: el espíritu rebelde de sus antepasados, un rasgo que no se hereda en los genes sino que se cultiva, lo que lo hace un genuino descendiente de los libertadores más allá del designio de la sangre.
Un baúl de recuerdos
A pesar de su parentesco con El Libertador, nunca especuló con esto para hacerse rico. Asegura que vive modestamente bien, aunque como cualquier persona sensata no desestima la importancia del dinero para cubrir las necesidades elementales.
La historia de que era pariente de dos próceres se la dio a conocer su abuela, precisamente de apellido Bolívar. De las muchas cosas que ella le contó, Omar recuerda que el cabello de Bolívar “era enrollado un poquito; El Libertador no tenía el pelo liso como dicen, como un blanco español. Y por eso vienen algunas historias de que él no nace en Caracas sino en Barlovento”.
En su casa en Coche recuerda que había un baúl con pertenencias de El Libertador; entre ellas sables y uniformes que llegó a ponerse jugando a sur su “tío abuelo”.
Pero este patrimonio privado de su familia desapareció un día porque otro pariente, que sí vio en el baúl de ropas antiguas la posibilidad de un tesoro más rentable, las vendió; y pararon a ser las piezas frías y sin almas de un museo privado.
En defensa del abuelo Silva
Omar Marcano está cruzado por la historia también de José Laurencio Silva, uno de los generales más leales a Bolívar. Dice la historia que la camisa prestada con que muere El Libertador se la dio Silva, un oficial tan importante para la causa de la independencia que increíblemente apenas tiene 2 retratos conocidos.
Omar Marcano defendió la memoria de su abuelo, quien fue tildado de traidor entre los conservadores de Caracas cuando se negó a pelear en contra de Ezequiel Zamora en Santa Inés. Según cuenta que el viejo General se entrevistó en secreto con el líder Federal y se retiró diciendo: “Yo no voy a combatir a Zamora porque él tiene la razón”.
Marcado por estos episodios que signan la historia del país y la de su familia, Omar siente que la forma más leal de honrar a sus parientes es siendo leal a sus luchas. Por ello desde joven militó en organizaciones juveniles de la izquierda y es un partidario de la cusa bolivariana de Hugo Chávez.
Presente histórico
En la actualidad entiende los desafíos de Venezuela como el producto de las agresiones imperialistas de los EE.UU. No es de esa clase de revolucionarios mordidos por el escepticismo generado por la mala prensa hacia el presidente Nicolás Maduro, a quien le reconoce la determinación de su resistencia.
“Yo admiro al Presidente Maduro. Hay que ponerse en sus zapatos para saber el trabajo que tiene que hacer”, reconoció Omar Marcano.
Sobre si era anticolombiano, el sobrino nieto quinto de Bolívar dijo que no, pero que sí era antioligárquico; un adversario tenaz de esa clase bogotana que aun gobierna el vecino país como una “mala herencia” de Santander.
Consultado si votará en las elecciones del 6 de diciembre, fue tajante al decir que el suyo es un voto seguro; ya que entiende a los comicios parlamentarios como un episodio más importante que una mera actualización de un poder con el periodo a punto de vencerse.
Pero más que pensar en las coyunturas de la diatriba permanente en que se ha convertido la política venezolana, Omar Marcano entiende que es vital la conciencia de los jóvenes.
Ellos son su preocupación por que son un sector esencial afectado por el imperialismo, a los que les trastocan el presente en una especie de chantaje para que se rebelen; planteando una competencia de valores compleja en donde el adversario tiene la posibilidad de ofrecerle los bienes materiales que le niega con el bloqueo; haciéndoles creer al mismo tiempo que es culpa de un gobierno que resiste para defender su soberanía.
