Manuela Sáenz: estirpe de rebeldía de la mujer americana

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Manuela Sáenz constituye uno de esos personajes históricos dignos del género de lo real maravilloso. Quizás por la dimensión colosal del genio político y militar del General Simón Bolívar y por la tendencia, casi inevitablemente, patriarcal del machismo latinoamericano, la historia siempre le había concedido a la coronela un lugar a la sombra de los grandes generales de la gesta independentista.

El mayor mérito que se le reconoce, y también quizás el más divulgado, es el título de “Libertadora del Libertador”. Porque fue ella quien le salvó la vida del héroe, cuando la perfidia y la traición del santanderismo quisieron cometer un acto de parricidio político-militar. A Manuela nada le importó exponer su vida para salvar al Padre de la Patria.

En un acto de audacia, astucia y valentía infinitas, enfrentó ella sola a un grupo de varios hombres y logró contenerlos. Esto para que el Libertador pudiera escapar, durante la infame fecha de la conspiración septembrina, el 25 de septiembre de 1828.

Pero en su fulgurante carrera militar, su coraje y su valentía, le ganaron a pulso todos los méritos que alcanzó. Fue una mujer que sobresalió en una sociedad muchísimo más conservadora que la actual. Y siempre se consagró con pasión al combate por el ideal de Libertad.

A tiro limpio

Combatió a las órdenes del Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre, en las batallas de Pichincha, Junín y Ayacucho. Esto decía el Abel de América sobre la coronela Sáenz:

“Se ha destacado particularmente […] por su valentía; incorporándose desde el primer momento a la división de Húsares y luego a la de Vencedores, organizando y proporcionando avituallamiento de las tropas, atendiendo a los soldados heridos, batiéndose a tiro limpio bajo los fuegos enemigos; rescatando a los heridos”.

Con respecto a la gallardía de Manuela Sáenz y su arrojo en el campo de batalla, el destacado escritor venezolano, Ludovico Silva, comentaba lo siguiente:

“Bolívar (Simón) no dejó como Bonaparte (Napoléon) hizo con Josefina, a su mujer encerrada en un palacio, con toda clase de amantes; Bolívar peleó en Junín con Manuelita Sáenz, quien le arrancó los bigotes a un general español en la refriega y después los uso como disfraz carnavalesco”.

Contracorriente 

Siempre a contracorriente de la norma, su vida fue una continuación de actos polémicos. Su espíritu indomable era demasiado avanzado para la época que le tocó vivir. Por eso rompió todos los esquemas.

El propio Libertador, Simón Bolívar, lo explicaba de este modo:

Tú has escandalizado a media humanidad, pero sólo por tu temperamento admirable. Tu alma es entonces la que derrota los prejuicios y las costumbres de lo absurdo; pero he de rogarte: prudencia, a fin de que no se lastime tu destino excelso en la causa de la libertad de los pueblos y de la República“, expresaba Bolívar.

Tras la muerte del Libertador, le esperó como a Simón Rodríguez una vida de miseria y vicisitudes. Sin embargo, su pasión por la causa libertaria y su devoción por Bolívar se mantuvo incólume.

Yo amé al Libertador, muerto lo venero, y por eso estoy desterrada por Santander“. Se sabe que en los últimos años de su vida tenía la costumbre de recoger perros de la calle y los bautizaba con el nombre de los generales que habían sido infieles a Bolívar: “Páez, Córdoba, Santander, Lamar. Estos animales eran alimentados con huesos y desperdicios de carne“.

Cuenta el novelista norteamericano e hispanoamericanista, Waldo Frank, que en las postrimerías de su vida recibió la visita del Libertador italiano, Giuseppe Garibaldi. Estas fueron sus palabras: “Me despedí de ella con lágrimas en los ojos. Doña Manuela es la más simpática y gentil dama que yo he conocido“.

Ética vertical

Sobre la ética y la catadura moral de la heroína refiere el historiador colombiano, Juvenal Herrera. “Un día en su humilde vivienda, Manuela supo que su esposo había sido asesinado en Lima, dejándole una cuantiosa fortuna. Manuela despreció la herencia, pues como solía decir: <<Bolívar me dejó llena de amor>>“.

Hace 10 años en un acto conjunto entre los gobiernos de Quito y Caracas los restos simbólicos de la coronela Sáenz llegaron al Panteón Nacional venezolano, para reposar junto a su gran amor el Libertador Simón Bolívar.

En esta histórica jornada el primer mandatario de Venezuela, presidente, Nicolás Maduro, realizó un pronunciamiento a través de su redes sociales:

Entre los libros escritos sobre la heroína quiteña, destaca: Las más hermosas cartas de amor entre Manuela y Simón. También del novelista venezolano Denzil Romero, La esposa del Dr. Thorne.

A 164 de su cambio de plano, Manuela Sáenz se consolida como la estirpe de rebeldía y el espíritu indomable de la mujer americana. Su ejemplo cabalga entre los tiempos, junto al padre Bolívar, como faro de luz hacia la patria grande Latinoamericana que estamos construyendo.

 

 


 

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