Un déficit de ingesta de ácido fólico durante el embarazo –dicen todas las asociaciones médicas– aumenta el riesgo de que nazcan bebés con anencefalia, es decir, con un deficiente desarrollo del encéfalo y el cráneo.
En las redes sociales se asocia el término a personas con escasa capacidad de pensar. Que ante el vendaval de “cosas” que reciben en su cuenta, manifiestan una incapacidad genética para razonar. Que no piden (ni dan) argumentos, sino que –de buenas a primeras– fijan posiciones extremas. Que no reflexionan, a las que les da flojera exigir evidencias y que –por lo general– resultan extremadamente sensibles e intolerantes. Por otra parte, la deficiencia de ácido fólico en la edad adulta puede generar, entre otros efectos, irritabilidad y “lengua lisa y sensible”.
Usted, querida lectora o querido lector, se preguntará: ¿y a qué viene toda esta perorata de vulgarización médica? ¿Y qué tiene que ver eso con el bloqueo? Voy a robarme la expresión (perdón, robarme no, esa palabra es demasiado peligrosa en estos momentos). Voy a usar la frase para describir a un grupo de opinadores que en la red X andan echándole la culpa del gigantesco robo de Tareck El Aissami y su banda a la Ley Antibloqueo.
Sí, como lo acaba de leer. Según estos genios –operadores políticos y mediáticos disfrazados de gente indignada– la banda del caso Pdvsa-cripto habría usado la Ley Antibloqueo como cortina, como cobertura para robar a Pdvsa y al país. Intelectuales “progres”, siempre dispuestos a bajar de su torre de marfil, han llegado incluso a exigir la derogatoria de dicha ley por ser un instrumento que “promueve la opacidad y la corrupción”.
Estas afirmaciones, por falsas e insustentables, no merecerían siquiera un comentario si no fuera porque hay un montón de crédulos y desinformados –o con déficit de ácido fólico– que compran, repiten a pie juntillas y contribuyen a viralizar este tipo de demagógicas afirmaciones.
No tengan dudas. El primer objetivo de esta operación es desviar la atención. Poner a la gente a mirar para otro lado y exculpar a la banda de corruptos detenidos y enjuiciados por el Estado. En un caso de una altísima complejidad, qué conveniente resulta culpar a un instrumento jurídico de la corrupción ¿Y quién propuso esa ley? Nada más y nada menos que el presidente de la República. Por lo tanto…. Saquen ustedes sus conclusiones.
Pobrecitos, dicen algunos tuiteros: Tareck, Roa, Joselit, Pérez Suárez, Samark López, Zerpa y la larga lista de corruptos, operadores financieros, inmobiliarios, empresarios de maletín y proxenetas asociados, casi que habrían sido víctimas de esta perversa ley que, supuestamente, crea un “velo de impunidad y opacidad” en la gestión pública.
Esta gente no se guarda nada al exhibir sus deficiencias vitamínicas. Una abogada (a la que llaman “María Sin Pueblo”) llega al extremo del ridículo al reivindicar su abstención en la aprobación de la ley en 2020 en la Asamblea Nacional Constituyente. Culpar a una ley de la perversión ética, moral y la ambición de poder de un grupo de funcionarios que traicionaron su responsabilidad y defraudaron al Estado, es una forma torpe de distorsionar la realidad.
La ley es una construcción simbólica que busca llenar vacíos en una sociedad y producir soluciones colectivas para permitir la convivencia bajo cierto orden. No soy abogado, pero no creo que una ley haga mejor ni peor a las personas. Cicerón decía que, para ser libres hay que hacerse esclavos de las leyes.
No llego a tanto, pero sí pienso que las leyes o son efectivas o no lo son. La Ley Antibloqueo no tiene que ver, en lo absoluto, con los chanchullos descubiertos. Ninguna operación ilegal se hizo bajo su amparo. No hay un solo documento que demuestre que se
hicieron esas operaciones de robo o de lavado de dinero usando la Ley Antibloqueo. El cáncer revelado en el caso Pdvsacripto operó como siempre opera la corrupción: basándose en la actuación opaca de funcionarios, el engaño a las propias leyes y a las demás autoridades, el atropello, la compra de conciencias, el abuso de poder, el concierto entre funcionarios y “empresarios”.
Estos nefastos personajes, según he sabido, se excusaban en el bloqueo para justificar que la venta de petróleo y otros bienes bajo su responsabilidad no produjera ingresos al país. Es decir, no era la Ley Antibloqueo, sino el bloqueo el que era usado como excusa. Todo esto es plausible porque detrás de las sanciones hay una industria transnacional que se aprovecha para saquear a los países. En este caso, el saqueo fue interno. Detrás de Pdvsa-cripto se creó una estructura pseudoempresarial amparada en una mafia política. La falla fue, sin duda, no detectarla, pero es un despropósito decir que se creó una ley para saquear al país.
El país ha sufrido el saqueo en los últimos años bajo el “liderazgo” de la oposición venezolana. Detrás del robo de Citgo hay una industria del saqueo. Como la hay detrás del saqueo a Monómeros, detrás del robo de 22.000 millones de Venezuela en el sistema financiero, o de la retención de 32 toneladas de oro en Inglaterra.
La Ley Antibloqueo sí ha ayudado al país. Ayudó a conseguir vacunas y medicamentos para nuestro pueblo durante la pandemia, cuando EEUU ordenó a la industria farmacéutica no vender nada a Venezuela. Ha contribuido a desbloquear recursos para alimentos, medicamentos y equipos médicos. Ha ayudado a concretar inversiones. Y ello se ha hecho exactamente como lo propone la ley: discretamente, en silencio, para evitar las sanciones.
Hay quienes por la falta de minerales y oligoelementos en su cuerpo son propensos a comprar esa narrativa. Pero si tienen dos dedos de frente no pueden obviar la verdad. Una ley no hace más corrupto a un corrupto. Y, repito, si tienen carencia de ácido fólico, lo mejor es buscarse un suplemento vitamínico.
WILLIAM CASTILLO BOLLÉ
Publicado en CDO.