Cuando Michael Flor, ciudadano estadounidense de 70 años de edad, fue dado de alta tras recibir cuidados médicos y superar la infección por coronavirus, prácticamente se arrepintió de seguir con vida, pues lo sorprendió una factura de 181 páginas, por servicios de hospitalización por el precio de un millón 100 mil dólares.
El caso de Michael Flor es apenas un caso entre miles, que deja en evidencia la maltrecha situación de un sistema de salud en un país cuyos grupos de poder se jactan de tener la nación más poderosa, libre, democrática y desarrollada del planeta.
Relató que al recibir la factura: ¡Lo abrí y dije ´Santo [bleep]¡.
“¡Me siento culpable por sobrevivir! ¿Por qué yo? “¿Por qué merecía todo esto?”; fueron expresiones del señor Flor; según reseñaron esta semana medios estadounidenses como el periódico The Seattle Times.
Su experiencia incluyó la estadía durante 62 días en un centro médico de Seattle, la ciudad más grande del estado de Washington y al ser entrevistado contó que, antes de caer inconsciente, descompensado por la infección, un día dijo a su esposa: “Tienes que sacarme de aquí, no podemos permitirnos esto”.
Aunque es posible que Michael Flor, sea beneficiado por el programa de seguro para personas de edad avanzada en el que está suscrito, este tipo de planes excluye a los habitantes de Estados Unidos de otra nacionalidad que no poseen documentación.
Se estima que alrededor de 3,6% de la población en Estados Unidos está compuesta por inmigrantes indocumentados –unos 12 millones de personas- totalmente al margen de poder recibir algún tipo de beneficio que les exonere de cubrir montos exorbitantes como el de una factura similar a la de Michael Flor, superior al millón de dólares.
El país norteamericano se mantiene como epicentro de la pandemia por covid-19 a escala global, al contabilizar más de 2 millones 160 mil casos de contagio y casi 118.000 muertes.
Las razones que han llevado a Estados Unidos a mantenerse por tanto tiempo como epicentro de la pandemia, parecen estar claras, según los reportes que día a día se conocen de pacientes, no sólo fallecidos, sino de quienes han tenido la fortuna de sobrevivir a la infección por covid-19.
“En Dios confiamos”, reza uno de los lemas del país que alberga el sistema de gobierno que ha promovido y ejecutado más bombardeos e invasiones en todo el mundo, y pareciera que ciertamente –ante la pandemia- a sus ciudadanos nos les queda más que dejar todo en manos de Dios.
En conclusión: el sistema político estadounidense es más mortal que la propia pandemia.
