El saqueo de la corona española, la desigualdad heredada del neoliberalismo, 20 años de asedio político y 7 años de bloqueo económico, parecen no ser suficientes para que la derecha venezolana acepte el papel de los imperios en la geopolítica del continente. Esto en el supuesto negado de que no tengan conocimiento de los verdaderos intereses de los gobiernos hegemónicos y sus socios en las corporaciones.
El problema es y seguirá siendo, la hipocresía pitiyanqui con la que asumen el patriotismo cuando se ven acorralados con la verdad. Por eso, es imposible creer en su supuesta indignación, cuando vemos las reacciones de los dirigentes de oposición venezolana ante las nefastas declaraciones de Donald Trump sobre los planes de saqueo contra la industria petrolera de Venezuela.
Donald Trump durante su presidencia fue tajante. No ocultó nunca su pensamiento colonialista ni las ganas de apoderarse del petróleo venezolano. La oferta siempre estuvo clara: hacer sufrir al pueblo, presionar al gobierno para crear el caos y entregar el poder a la oposición, esa clave en la supuesta lucha por la libertad. Así lo dejan claros los cientos de acuerdos y declaraciones donde la dirigencia política de derecha se cansó de aplaudir al controvertido magnate.
El pueblo no olvida
Por su puesto, la incoherencia de estos sectores tampoco sorprende. Lo que verdaderamente sorprende es la forma en la que subestiman a un pueblo, el mismo al que hoy le piden votos para vencer a Nicolás Maduro. Acto seguido de desconocer su investidura, junto a todas las instituciones del Estado.
A fin de cuentas, un pitiyanqui, como diría nuestro Mario Briceño, es “una voluntad sin vitaminas nacionales”. La indignación y el patriotismo tardío, en tiempos de campañas electorales y en medio de la peor crisis de credibilidad de la derecha, resulta por lo menos, sospechoso.
No hay sorpresas, lo que queda claro es que los enemigos de los pueblos no descansan, son frontales y no tiene pruritos. Pero quienes se mantienen firmes denunciando y defendiendo la verdad, tampoco descansamos. La justicia cuando se reclama sin caretas, no es acomodadiza, lo demás es mera hipocresía.
