Sacando cuentas se encuentran los miembros de la oposición venezolana, aquellos que aún confían en la figura y lo que representa el autoproclamado, Juan Guaidó.
Todo comenzó por una abrupta y repentina gira con boletos aéreos que se invirtieron para él y sus acompañantes, con diversos destinos. ¿Quién pagó cada uno de ellos? Por no mencionar los gastos de estadía y comida de cada sitio que visitó.
Recientemente se destapó la olla de la compra de licencias para la línea de taxis de su hermano en España. ¿De dónde vino el desembolso para tal fin?
A pesar de ya poseer una residencia en el país, se develó la adquisición de apartamentos en Bogotá y Madrid. ¿Cómo costear esos montos con un sueldo de diputado? ¿Acaso fue un obsequio?
El escándalo en la frontera no se puede quedar por fuera en este conteo, donde derroche en dólares, drogas, prostitutas y hasta un muerto estuvieron en la escena. ¿Avalado por la oficina del autoproclamado?
Ya que hablamos del vecino país, los gastos en tiendas de renombre y restaurantes con cuentas irrisorias, también van a parar a la calculadora en la mente de los que aún siguen a este individuo.
Tal parece que la popular población del estado La Guaira votó al diputado para que se autopremiara con la compra de un local nocturno tipo discoteca en España.
Los innumerables desvíos de fondos de empresas como Citgo y Monómeros que han ido a parar a cuentas personales. La lista sigue.
280 millones de dólares en una «ayuda humanitaria» que no y no entró, como nunca ocurrió el cese de la usurpación del que tanto ha repetido al caletre el diputado de La Guaira.
2 millones de dólares que se recaudaron en un concierto donde la farándula y los selfies fueron los protagonistas de una estafa mayor, en la que Juan Guaidó fue principal estrella.
Esto se suma a los más de 5.000 millones de euros de las cuentas del Estado venezolano que han sido bloqueados por la administración del financista de Donald Trump y su gestión que tal parece estar un tanto decepcionado por la actuación del diputado y sus amigos.
Guardar las alcancías y ahorros es lo que queda para que no lleguen a las manos de este autoproclamado que va raspando la olla y de fracaso en fracaso. ¿Cuál será el desenlace de esta historia?