Sabrá Dios por cuál extraña circunstancia, cuando la extrema derecha venezolana quiere “darse un baño de pueblo”, se rodea de los peores delincuentes. En el caso de Voluntad Popular, es bastante probable que, con un liderazgo supremacista aquejado del trastorno narcisista de la personalidad, asocien automáticamente “popular” con delito. Sólo así se puede comprender la estrecha vinculación de los fundadores de esta organización con Gilber Caro. Un malhechor conocido en los bajos fondos como el pran del carro negro.
Y no es sólo un decir, Caro acumula un prontuario delictivo capaz de enmudecer al más guapo. En 1993 fue condenado a 15 años de prisión por tráfico de estupefacientes y sustancias ilícitas. Pagó parte de la pena en el desaparecido y tristemente emblemático Retén de Catia. Un poco antes, en 1985, había sido condenado a 20 años de presidio por el delito de homicidio.
Cumplió parte de su condena en los penales más temidos del país. Además del Retén de Catia, tuvo una estadía en La Planta, Yare y El Rodeo. En cada una de estas cárceles ejerció lo que se conoce, en el mundo de la criminalística, como liderazgo negativo. Aupando y/u organizando bandas delincuenciales que operan dentro de los presidios. Se le llegó a conocer como el Pran del carro negro.
Buenos amigos
Este señor es amigo personal del diputado Juan Guaidó. También guarda estrecha vinculación con el fundador de VP, Leopoldo López. Este último, como ha explicado el psiquiatra y vicepresidente de Comunicación, Cultura y Turismo, Jorge Rodríguez, está obsesionado con la idea de ser presidente de la República.
Por si fuera poco, Caro se desempeñó como escolta personal de Lilian Tintori, esposa de Leopoldo López. De acuerdo con versiones oficiales, velaba por la planificación y ejecución de todo lo concerniente a la seguridad de la compañera sentimental de López.
Más tarde, tras el llamado irresponsable a la violencia, con la primera reedición de las guarimbas en 2014, Caro ejecutó un papel protagónico de logística, reclutamiento y acción. Estos lamentables hechos, como todos sabemos, provocaron el saldo trágico de más 800 heridos y 42 víctimas mortales.
Además, este individuo aparece señalado en varias investigaciones policiales de estar vinculado al paramilitarismo colombiano del Norte de Santander. No es coincidencia que justamente de ése departamento neogranadino es el grupo Los Rastrojos, con el cual el diputado Juan Guaidó se retrató en varias oportunidades.
Varios refranes populares se vienen a la mente tras elaborar esta brevísima semblanza de tan oscuro personaje: ¿Con amigos así, quién necesita enemigos? O también ¿dime con quién andas y te diré quién tú eres?
Cuando la gente sufre de delirios de grandeza, difícilmente pueda conectar con la verdadera fibra de un pueblo noble y aguerrido, como el venezolano. En el amplio espectro de nuestras barriadas populares, los sujetos como Gilber Caro son una lamentable minoría. Lo que abunda realmente es trabajo duro, talento, solidaridad, espíritu de lucha y superación. Por eso a los seudo líderes de extrema derecha les ha ido históricamente tan mal.