El pasado 30 de mayo, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, anunció los nuevos precios y modalidades de venta del combustible en el país, que aplicarán, en principio, durante un período de 90 días contado desde el próximo lunes primero de junio.
Durante su alocución pública, el mandatario nacional explicó un esquema con 3 vértices o modalidades de venta de la gasolina. La primera es la subsidiada, que se expenderá en 1.368 estaciones de servicio, con carnet de la Patria y a 5.000 bolívares el litro: 120 litros mensuales para vehículos y 60 litros para motos.
La segunda es subsidio total y aplica exclusivamente para transporte público y de carga. La tercera es la disposición de 200 estaciones gestionadas por el sector privado, en las que se venderá la gasolina a precio internacional, a 0.50 centavos de dólar por litro.
En otros países el precio del combustible (dólar por litro) es el siguiente: Chile 1,02; Perú 1; Argentina 0,84; Nicaragua 0,75; Bolivia 0,55 y Ecuador 0,49. De tal manera que si se compara el precio venezolano subsididado con los de países vecinos del sur hallamos que en Venezuela sigue siendo muy accesible para el consumidor:
En países como Colombia, Bolivia y El Salvador se pagan por litro de combustible precios que rondan el medio dólar, mientras en Costa Rica, Chile, Perú y Paraguay la tarifa se acerca a una unidad de la moneda estadounidense.
La gasolina en Venezuela ha sido durante años prácticamente regalada y a pesar de los aumentos que empezarán a aplicar este lunes primero de junio sigue estando entre las más baratas del mundo. La idea del Gobierno es garantizar la sustentabilidad de su producción, que es muy costosa y más aún en medio de un bloqueo imperial, y es también una forma de generar ingresos que garanticen la elevada inversión social que ha garantizado la Revolución Bolivariana desde sus inicios, de manera ininterrumpida.
El nuevo plan, además, tiene entre sus objetivos derrotar el contrabando de extracción desde Colombia y otros países caribeños.