El gobernador del estado colombiano de Arauca dice que teme un ataque militar de Venezuela y la revista Semana le hace un gran titular.
Desde el pasado 21 de marzo, la localidad de Arauquita se ha convertido en el epicentro de una historia al revés en la recia tradición de problemas que caracterizan a Colombia: un refugio de desplazados venezolanos que cruzan la frontera huyendo de la violencia de grupos armados terroristas.
Arauca, para ser un estado alejado y olvidado por Bogotá, habilitó hasta 17 puntos de albergue y recursos para atender por hasta 3 semanas a los venezolanos que estarían en esa localidad.
Al igual que grupos paramilitares que atacaron a Venezuela y organizaciones supuestamente cívicas de nuestro país, el gobernador de Arauca solicita la intervención de organismos internacionales como la ACNUR.
La tradición de la xenofobia
José Facundo Castillo, al día con la corriente de xenofobia antivenezolana, deshace en un segundo su supuesta compasión con nuestros compatriotas sugiriendo una particular preocupación.
“Nos preocupa que, a futuro, se presente una ola de violencia e inseguridad. Porque esta población, sin alimentos y necesidades básicas, empezará a rebuscarse la vida. Le solicitamos a la Acnur que entable comunicación ante Venezuela” dijo el gobernador de Arauca a la revista Semana.
La historia al revés
Al mismo tiempo el funcionario sirve la escena para propiciar una escalada de tensiones en la frontera solicitando una presencia militar colombiana históricamente inexistente; tergiversando la determinación venezolana de defenderse si continúan los ataques de grupos terroristas protegidos por las autoridades colombianas.
Según el gobernador, Venezuela devastaría la población de Arauquita por ser el punto colombiano más próximo a las tensiones; extendiendo el relato de que la fuerza militar bolivariana es una banda de soldados desalmados que atacan poblaciones civiles.
Otra de las declaraciones del funcionario colombiano que abonan la narrativa de que el problema del conflicto de su país es Venezuela y no sus propias autoridades es cuando responde a que si estaría de acuerdo a que Caracas y Bogotá restablezcan sus relaciones.
A esta interrogante Facundo Castillo dijo: “Claro, sería muy bueno; siempre y cuando Venezuela se ponga en los zapatos de Colombia de no proteger a los grupos al margen de la ley”.
La información no es inocente
Estas entrevistas, estos titulares y estas informaciones hay que entenderlas en el contexto de una confrontación no convencional. Estas buscan desacreditar moral, política y éticamente la acción legítima de los militares venezolanos y desdibujar el éxito de las operaciones de la FANB para repeler a estas organizaciones, que serían estructuras del narcotráfico útiles a los propósitos de Bogotá y el Comando Sur de los EE.UU.
Lo que no cuentan medios colombianos sobre el caso de venezolanos desplazados al vecino país, es que estos están regresando a sus casas. La situación revela que a la propaganda solo le interesan las imágenes que pueda manipular para la guerra, y que la normalidad o la paz no son noticia.