El pasado 16 de septiembre, se cumplió un año de la instalación de la mesa de diálogo que se conformó entre gobierno y factores de la oposición, para garantizar la estabilidad del país y la permanencia de la paz como objetivo estratégico.
Un camino arduo que se debate entre la diversidad de los sectores que confrontan al gobierno nacional: quienes optan por la destrucción del Estado venezolano por la vía violenta e injerencista, y quienes adversan al gobierno pero prefieren continuar por las reglas del juego democrático.
¿Tiene sentido la instalación de una mesa de diálogo? ¿Genera avances para el país?
Son 6 acuerdos principales que se han dado con el compromiso de las partes implicadas:
1. La incorporación del PSUV y aliados a la Asamblea Nacional.
2. Conformación de las nuevas autoridades del Consejo Nacional Electoral (CNE).
3. Medidas de solución a la privación de libertad en los casos que sea permitido por la justicia.
4. Defensa nacional de los derechos de Venezuela sobre la Guyana Esequiba.
5. El rechazo a las sanciones económicas contra el país que violan el derecho internacional y exigir su levantamiento.
6. Programa de intercambio de petróleo por alimentos, medicamentos e insumos como mecanismo del Sistema de Naciones Unidas.
A pesar de que continúan los intentos del gobierno de EE.UU. y potencias extranjeras junto a sus operadores políticos en Venezuela, de instaurar la violencia en el país para apropiarse de los recursos de la mayor reserva de petróleo a nivel mundial; estos avances apuntan a la construcción de otro modo de hacer política, una exigencia del país nacional.
El diálogo, en esfuerzo constante
No es la primera vez que se ha convocado al dialogo nacional desde la llegada de la Revolución Bolivariana al poder.
Hugo Chávez dio ejemplos concretos en distintas ocasiones complejas para el país; desde el 4 de febrero cuando llama a deponer las armas al no haber alcanzado los objetivos, igualmente el 11 de abril de 2002 cuando perdonó a quienes atentaron contra la paz del país, con un golpe de Estado que derrocó por tres días al gobierno y pretendió eliminar la Constitución Nacional y las instituciones del Estado.
Nunca desestimó la oportunidad para convocar al diálogo.
«(…) Nosotros queremos es hacer juego politico, y vuelvo a la ciencia politica, creo que lo dije en la Asamblea Nacional…nosotros tenemos que abonar el campo de lo político, y lo político implica confrontación de ideas, lo político subsume el diálogo, lo hace necesario, obliga el reconocimiento al otro», Hugo Chávez.
Veamos la historia:
¿Cuántas veces se ha abierto en Venezuela la oportunidad del diálogo durante el gobierno del presidente Nicolás Maduro?.
Desde la toma de posesión el 19 de abril de 2013 en la Asamblea Nacional, el presidente Nicolás Maduro convoca al diálogo nacional: «los llamo a conversar en los distintos escenarios…yo estoy dispuesto a conversar en función de la Patria, del respeto a las instituciones, en favor del desarrollo de la economía del respeto a los derechos humanos…».
A partir de entonces, el país ha enfrentado bajo diversas circunstancias, acciones violentas orientadas a tomar el poder político por la fuerza para apropiarse de los recursos estratégicos del subsuelo venezolano, necesarios para sustentar el nivel de consumo del sistema capitalista.
Recordemos los hechos:
En 2014, el presidente convoca a establecer el diálogo y la oposición reunida en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), se niega a participar, razón por la cual Unasur y el vaticano envían acompañantes para este proceso e inician las conversaciones.
En 2015 el presidente vuelve a llamar al diálogo luego de las elecciones parlamentarias y la oposición se niega nuevamente, hasta que en el año 2016 se logra la primera reunión en República Dominicana.
La misma estuvo acompañada por Unasur y los expresidentes José Luis Rodríguez Zapatero (España), Martín Torrijo (Panamá) y Leonel Fernández (República Dominicana) y posteriormente en octubre de ese mismo año se reestablece el debate con acompañamiento del Vaticano.
En el año 2017 se abren las conversaciones en distintas ocasiones: el 13 de septiembre en Santo Domingo, donde se fija una reunión posterior para el 27 de septiembre. La oposición no acude.
El 16 de noviembre los países acompañantes se reúnen en Santo Domingo estableciendo una agenda para el 1 y 2 de diciembre. Como resultado de este último encuentro, se plantean «significativos avances» y se acuerda otro encuentro para el 11 y 12 de enero.
Más adelante, la llamada Comisión de la Verdad solicita la excarcelación de 80 personas detenidas durante las llamadas guarimbas.
En enero, se realiza otro encuentro y posteriormente para el 18 de ese mismo mes la derecha no llega al encuentro pautado en Santo Domingo. En esta oportunidad, Jorge Rodríguez afirmó que la ausencia de la derecha se dio como consecuencia de presiones del gobierno de EE.UU. para detener los procesos de diálogo.
Una encrucijada por los recursos estratégicos
Los intentos de diálogo han continuado de manera permanente. Pero también los intentos de eliminar estos caminos para hundir a Venezuela en la violencia justificando cualquier pretensión de intromisión extranjera.
De allí la importancia de los recientes acuerdos al cumplirse un año de la apertura al diálogo, pues regresan el debate al camino democrático en un contexto cercano a las elecciones presidenciales en EE.UU. que impactan en las decisiones del gobierno estadounidense y sus acciones con respecto a Venezuela.
Las élites de la economía mundial apuestan a apropiarse de los recursos estratégicos del país. Ese es el problema real que se debate entre los laberintos del juego político Constitucional y los planes imperialistas de las potencias extranjeras, principalmente de EE.UU. que requieren estos recursos para subsistir.
La apuesta a un mundo multipolar y la consolidación de este en la geopolítica mundial incidirá de manera directa en la política nacional.
Es tiempo de definiciones para la región, América Latina se encuentra en esta encrucijada: volver a la noche de los 500 años o retomar con fuerza los caminos que se abrieron para la región con la entrada gloriosa del siglo XXI.