Duque decreta militarización de Cali acatando solicitud de Uribe en redes

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Iván Duque ordenó este viernes la militarización de la ciudad de Cali justo el día en que el Paro Nacional cumplía su primer mes. La medida ha sido cuestionada porque el gobierno colombiano insiste en resolver militarmente un problema social que requiere diálogo.

Pero la denominada “asistencia militar” para reforzar el despliegue de fuerza pública no parecería una orden original de Duque; sino al menos una muy mala coincidencia que abona la creencia de que el presidente es un títere de Uribe.

Este mismo viernes el partido del exmandatario publicó un comunicado de 4 puntos que empezaba con el exhorto de “un despliegue total de la Fuerza Militar y de Policía, con militarización del territorio nacional en las zonas donde hay graves amenazas contra la seguridad de los ciudadanos”.

¿Coincidencia?

La petición se parece mucho a la decisión de Duque de militarizar Cali, y en vez de generar la suposición de que el presidente se le adelantó al partido, más bien luce todo lo contrario: que el mandatario recibió la orden de Uribe y del Centro Democrático, la franquicia política del uribismo.

El segundo punto del comunicado “sugiere” la designación de un oficial de alto rango para dirigir el levantamiento de los bloqueos. Lo llamativo es la delicadeza no habitual del paramilitarismo político de pedir al menos de que se haga con “eficacia y transparencia”.

El uribismo remarca su posición intransigente hacia la protesta social. En el imaginario de la parapolítica colombiana el diálogo no es una opción, y los manifestantes serían una parranda de vándalos a los que solo se les puede conceder una ración de plomo “para que se acabe la joda”, como dijo un congresista uribista recientemente.

Caridad uribista

Y después de la propuesta militar contra la protesta, el partido del expresidente suelta algo de política social que parece caridad de la oligarquía.

Proponen una colecta entre millonarios para “la consecución de unos recursos pagados por los más pudientes para financiar la lucha contra la pobreza y la política de la juventud”.

A pesar de un mes tenaz de manifestaciones y un pliego de exigencias que plantea más de mil puntos, para el uribismo el conflicto social no es estructural sino un problema coyuntural de plata, una idea que revela que precisamente no tienen ya la menor idea del país que tienen desde el 28 de abril.

 

 


 

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