Curarires se visten de traje amarillo

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Este último domingo de abril comenzaron a florecer los Curarires en el Jardín Botánico de Maracaibo. Su floración anual no tiene fecha exacta, sucede a finales de abril y principios de mayo, días después de las primeras lluvias. La expectativa ante el evento natural crece a diario, por la sorpresa florida que llega de improviso. El ciclo de estos árboles es todo un acontecimiento marabino.

“no tenemos fecha exacta, ya que se trata de la naturaleza y solo ella sabe cuándo vestirse de color. Pero, para responder a una duda general, estos árboles florecen entre abril y mayo, más específicamente, al cuarto día de la primera lluvia este mes o el próximo”.

 

Este show de colores se puede apreciar con absoluta tranquilidad en el Jardín Botánico de Maracaibo. Con más de mil Curarires por hectáreas, las caminerías reciben a miles de visitantes diarios con alfombras de flores amarillas.

“Esta floración de oro, como la denominó Rómulo Gallegos, se presenta en todos los estados del país sólo en estos meses y una sola vez al año, por lo que quizá son muy pocos los que logran ver ese espectáculo. Dura entre tres y cuatro días, pues las flores de estas plantas son sumamente débiles, no aguantan el peso y, además, no cuentan con el cuidado vegetal que deben tener”.

 

Los matices de este color hacen competencia con el sol radiante que cubre la tierra zuliana y resaltan ante el contraste de un cielo azul celeste.

Que son los Curarires?

También conocido por su nombre científico: Tabebuia Serratifolia, pertenece a la familia de nuestro Araguaney, o Tabebuia Crisantha, alcanza una altura hasta de 45 metros y un diámetro de 1.20 centímetros.

Especie típica de los bosques tropicales, suele adaptarse a la sequía pero cuando las lluvias bañan los campos, agradece con esplendor, pues da su regalo amarillo en respuesta. La floración dura solo unas pocas horas, pero es un espectáculo.

Es un árbol de Sur América pero florece con frecuencia en Venezuela y se contempla mayormente en el Zulia.

“La flor del curarire es más fina, la del araguaney es más gruesa, se abre un poco más y su amarillo es como el sol; la del guamacho, también conocido como supire, tiene un amarillo brillante y de unos cuatro centímetros de ancho. Lo único que tienen en común, además del color, es el tiempo en que florecen, pues todas lo hacen entre febrero y abril” explicó José Fernández, caporal del Jardín Botánico de Maracaibo.

 

 

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