Cuñado de Ramos Allup sancionado por Trump: los opositores no están exentos

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Las «sanciones» impuestas por la norteamericana Oficina de Control de Bienes Extranjeros (OFAC, por sus siglas en inglés) contra, Francisco D’Agostino, cuñado del dirigente opositor, Henry Ramos Allup, dejan en claro dos cosas:

1. Que esta criminal política implementada por Donald Trump, no discrimina entre chavistas y opositores.

2. Que la persecución contra el petróleo venezolano se hace, cada vez más, inviable en el tiempo.

Con respecto al primer punto es evidente que un sujeto como D’Agostino no proviene de las filas del progresismo. Más bien, se trata de un empresario de colmillos bien afilados, que vio la oportunidad perfecta para obtener lucrativas ganancias en un escenario complicado. Como consecuencia del cerco criminal aplicado por la agonizante administración Trump, contra el negocio petrolero nacional, cada vez son menos los inversores dispuestos a correr riesgos. Sin embargo, el que sí esté dispuesto a desoír las «sanciones», tendrá también un mayor incentivo.

Y D’Agostino así lo entendió. Por ello el pool de empresas en las que tiene control accionario como: Element Capital Advisors Ltd, con sede en Panamá, incorporada en las Islas Vírgenes Británicas; Jambanyani Safaris, con sede en Zimbabue; D’Agostino & Company, Ltd, ubicada en Venezuela; Catalina Holdings Corp., incorporada en Nueva York; y 82 Elm Realty LLC, estuvo vinculado a la comercialización de crudo en el mercado internacional, aún en medio del rígido bloqueo.

Francisco D’Agostino, es hijo de Franco D’Agostino, quien fuera un potentado de la construcción en Venezuela en tiempos de la IV República, de la mano de la cuestionada empresa Dayco. Asimismo, es hermano de Diana D’Agostino, esposa de Henry Ramos Allup. Y también es yerno del magnate banquero, Víctor Vargas, presidente del B.O.D. Ahora él y sus empresas están «sancionados» por «prestarse» a realizar transacciones con el oro negro venezolano.

Estrategia fracasada     

Pero el verdadero trasfondo de toda esta historia, es que Trump en su desesperación quiere dejar un campo minado a su sucesor Joe Biden. Además de emitir resoluciones de último momento contra Cuba, China e Irán se agregan como guinda a su fracasada política de «máxima presión» contra el país, estas medidas coercitivas al sector de los hidrocarburos venezolanos.

Quieranlo o no, Venezuela es una potencia petrolera. Por lo tanto, existen jugosas inversiones congeladas por la tozudez de un Trump, que cada vez luce más descocado. En la Casa Blanca pensaron que en algunos meses de «presión» Miraflores caería fulminado. Han pasado varios años y el presidente constitucional, Nicolás Maduro, está cada vez más sólido en el poder político.

Por ello articulistas insospechables de chavismo radicados en el exterior, como el escritor venezolano, Ibsen Martínez, emiten opiniones de este tenor:

«En vísperas de la inauguración de Joe Biden como presidente de los Estados Unidos, ya es patente la presión que muchas transnacionales petroleras afectadas por las sanciones, como la italiana ENI, la española Repsol y la india Reliance, se proponen ejercer sobre Washington para lograr mayor flexibilidad y eximir el canje de diésel por crudo. El diésel es esencial para el transporte de alimentos del campo a las ciudades. Muchos grupos humanitarios no gubernamentales se disponen a actuar en el mismo sentido», expresa Martínez.

El también novelista, recalcitrante opositor al gobierno nacional, admite además que en general las «sanciones» han sido un total y completo fracaso:

«Al final podría resultar que las transnacionales petroleras, las ONG, la influyente izquierda del Partido Demócrata reinante, la gran prensa liberal americana y europea, el Programa de Alimentos de la ONU, el Papa, Shakira y hasta los Yanquis de Nueva York clamarán por alivio a las sanciones. Menos Guaidó y la oposición«.

Honestamente, nada que agregar, como dicen los abogados: a confesión de parte… relevo de pruebas.

 

 


 

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