Luego que los propios aliados de la derecha dijeran “basta” al mal llamado gobierno interino, han surgido varios intentos de justificación de la debacle opositora. Por un lado corren las denuncias de malversación de fondos, mientras otros rinden cuentas que no dan.
El cuento es que el exdiputado de La Guaira, Juan Guaidó, insiste en limpiar su nombre en un intento desesperado por garantizar la participación en las venideras elecciones presidenciales. Evento establecido y convocado por la constitución y las instituciones que desconocieron al momento de promover un interinato ilegal.
En ese contexto, se llevó a cabo un intento de “memoria y cuenta”, en que la que faltó de todo además de la luz. No porque haya habido fallas en la electricidad, como ocurrió muy favorablemente para no mostrar los datos en pantalla; sino porque las cifras dadas fueron demasiado oscuras, tanto que fue imposible entender el objetivo del evento.
Al final resonó la cifra de $150 millones, sin ningún nivel de detalle, para justificar con ligereza los gastos de un falso interinato que no prosperó en 3 años. Contradiciendo las imágenes de la nevera vacía de Fabiana y la colecta en aeropuertos de Tintori.
Atrás quedaron los análisis y los lamentos. El cuento al que le faltó memoria para recordar que no cumplieron los objetivos a pesar de contar con apoyo de las potencias y miles de millones de dolores; pareció ser el fin de una temporada bastante lucrativa y preludio de una candidatura presidencial que pretende avanzar con total impunidad. Cuyo enemigo no es el gobierno que lo catalogó como la nada; sino el resentimiento de una clase política de derecha que quedó fuera de la repartición del botín.