Colombia reabrió este miércoles el paso fronterizo con Venezuela a pesar de que había dicho que lo haría el 1 de septiembre.
El cambio de opinión de las autoridades del vecino país vino de parte de su dirección de migración que anunció que la apertura se haría de manera “gradual”.
La decisión es un paso unilateral de Bogotá que se niega a dialogar con Caracas para coordinar un asunto que involucra a las 2 partes.
Días antes el presidente venezolano, Nicolás Maduro ya había advertido la intención de Colombia de reabrir la frontera, señalando que nada unilateral iba a funcionar bien.
El límite de las malas intenciones
Al mismo tiempo el mandatario denunció la intención del gobierno de Duque de armar un show en la frontera que le sirviera para desviar la atención de la crisis internar planteada por las protestas del Paro Nacional.
Colombia afronta desde hace un mes un estallido social que ha puesto de relieve no solo la dimensión del descontento popular sino también el alcance de la represión policial que ya se ha cobrado la vida de más de 60 personas.
Esta situación no solo pone sobre la mesa que los problemas del vecino país son el de ser el primer productor de cocaína, el de mayor desplazados internos en el mundo, en donde más matan defensores de los DD.HH. en un año, o en donde se perpetran masacres a ritmos de 2 eventos por semana, sino que también es uno de los países más desiguales de América Latina en donde todavía su población es dividida en un esquema de clasificación por estratos.
¿Gradual y segura?
Volviendo al paso fronterizo con Venezuela, Colombia ha dicho que hace la reapertura de manera gradual y con una serie de medidas para presuntamente hacerlo de manera “segura”.
Habilitarán 25% de más oficiales en puntos de control y contratarán más personal sanitario. Adicionalmente informaron que instalarán cámaras térmicas para contabilizar el paso de personas.