La República Popular China, ha sido la más afectada por el virus Covid-19, siendo una de las potencias mundiales con mayor poderío económico y control político-militar, que ha hecho valer su posición y su apodo de “tigre asiático”, demostrando altos niveles de organización interna que han traspasado sus fronteras.
Mientras que la China comunista se posiciona como un país solidario, al enviar ayuda a todo el mundo para combatir el Coronavirus, los Estados Unidos (EE.UU.) aumentan los niveles de presión política y financiera contra sus “enemigos” a nivel mundial, siendo prueba de ello, el aumento de las sanciones contra la República Islámica de Irán.
Irán ha denunciado ante todos los órganos internacionales y multilaterales, que las medidas unilaterales de EE.UU. le impiden el sano funcionamiento de su economía, puesto que la Oficina para el Control de Bienes Extranjeros (OFAC, por sus siglas en inglés) controla todas las transacciones.
Por estas razones, la República Popular China, exigió el cese inmediato de las medidas unilaterales sancionatorias impuestas por la administración Trump a Irán, que no solo ayudaría al gobierno islámico a hacer frente al Covid-19, si no que garantizaría la vida y el bienestar de un pueblo en medio de una crisis pandémica, que afecta a más de 125 países en el mundo, siendo Irán el tercer país con mayor número de casos confirmados.
El gobierno chino destacó que las sanciones han causado la pérdida de alrededor de 200.000 millones de dólares, que aumentan el riesgo de Irán, que este momento impide la compra en el exterior de lo necesario para el combate del virus.
Con estas exigencias, el gigante asiático aumenta las tensiones con el gobierno estadounidense, luego que decidiera retar a Washington a facilitar recursos, insumos, medicinas y médicos voluntarios para apoyar en esta dura lucha que libra el pueblo y el gobierno iraní.